viernes, 10 de octubre de 2014

Jesús, siempre contigo

El que no está conmigo, está contra mí (Lc 11, 23).
Aquí no caben las medias tintas. Jesús, en esto de ser cristiano no vale las mediocridades; hay que involucrarse, implicarse, meter el hombro, diría mi amigo Peter. O contigo, Jesús, o contra Ti. Qué absurdo cuando oigo: yo soy cristiano pero no practicante. Es como decir: Soy escritor, pero no escribo… Eso es lo peor, un cristiano frío, entibiado. San Pedro, con palabras inspiradas, recrimina a los cristianos corrompidos de su tiempo, que también los había, en quienes se cumple aquel proverbio tan acertado: el perro vuelve a su propio vómito y la cerda lavada a revolcarse en el fango (2 Pet 2,22). ¡Qué fuerte!
Jesús, ¿te he dejado alguna vez solo? Nunca más, Jesús, never.
El que no recoge conmigo, desparrama (Lc 11,23).
Jesús, ya me conoces ¿¡Qué te voy a contar!? Sabes cómo soy: mis talentos y mis miserias. No es que no te quiera, sino que a veces… me desparramo. No es que desparrame el agua o la leche del desayuno, sino que me desparramo, me pierdo, me ganan las pasiones, ¡son tan grandes las tentaciones! Pero de las caídas saco impulso. No son fracasos, porque al pedirte de nuevo perdón me llevas a recogerme de nuevo en Ti. A partir de ahora contaré más con tu gracia, y aunque parezca medio zombi, con tu ayuda espero algún día llegar a ser Santo.
Pide a Jesús espíritu de recogimiento: recoger la habitación, los libros..., los sentidos para Dios.

Propósito: no desparramarme tanto.