miércoles, 4 de noviembre de 2015

Amando a Dios, quiero a mis padres

Si alguno viene a mí y no odia a su padre y a su madre y a la esposa y a los hijos y a los hermanos, hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo (Lc 14, 25-26).
Jesús, ¡qué duras son estas palabras! ¡Qué difíciles de entender! Jesús, vamos a ver si me aclaro: ¿No nos has pedido que amemos a nuestros enemigos y a los que nos injurian? ¿No nos has pedido en el Mandamiento Nuevo que queramos al prójimo como Tú les quieres? Entonces, ¿a qué viene eso de odiar a los seres queridos? ¿Qué nos quie­res decir? Jesús, Tú querías con locura a tu Madre Santísima y a San José y nos has dado ejemplo de cuidar a la Familia. Querías un montón a los apóstoles, San Juan se llama el Discípulo amado. ¿Cómo se entiende esto?
Jesús, aunque soy un poco lento, ten paciencia y explícamelo todo.
Y bajó con ellos y vino a Nazaret, y les estaba sujeto (Lc 13, 34).
Jesús, esta frase de Evangelio nos resume cómo querías a tus papás. Sin embargo, cuando te pierdes en el Templo, haciéndoles sufrir les re­cuerdas: ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre? (Lc 2, 49). Jesús, amando a tu Padre sobre todas las cosas, obe­deciendo fielmente a la misión que Dios te había confiado, has amado a tus papás más que a nadie en la tierra. Que aprenda de tu vida a amar a mi familia con hechos, y a amar más aún a Dios, cumpliendo siempre y en primer lugar tu Voluntad.
Piensa que Voluntad de Dios es: amar a tu familia.

Propósito: no chinchar.