Un hombre daba una gran cena, e
invitó a muchos Y envió a su criado a la hora de la cena para decir a los
invitados: Venid, pues ya está todo preparado (Lc 14, 16-17).
Jesús, qué
fácil me lo pones todo. Voy a mesa servida. En el cole y en la parroquia encuentro
todo tipo de facilidades para visitarte, ir a Misa, confesarme. Siempre
encuentro un sacerdote dispuesto a escucharme, animarme. Por las tardes voy a
una catequesis en la parroquia o a estudiar en un Club juvenil. También asisto
a un charla o a una clase de formación que me ayuda a conocerte y conocerme,
para quererte así aún más. Venid, pues ya está todo preparado. Todo
esto… ¿Lo valoro? ¿Lo agradezco?
Jesús: hago el propósito de aprovechar tantas
facilidades que me pones.
Y todos a una comenzaron a
excusarse (…) Entonces dijo el Señor (…) Os aseguro, pues, que ninguno de
aquellos hombres invitados gustará mi cena (cfr Lc 14, 18-24).
Jesús, tan
fácil me lo pones y yo con excusas: He comprado un campo (…); compré
cinco yuntas de bueyes… Otros campos y otros bueyes: ya me lo sé todo,
no necesito más formación; no quiero que me coman el coco; voy por el ambiente,
porque te lo pasas bien, pero sin comprometerte ¡¿eh?!… La mesa estaba
preparada pero los invitados no eran dignos, no probaron la cena, no supieron
apreciar la invitación.
Sin compromiso no hay amor que dure.
Propósito:
Comprometerme en mi vida cristiana y probar la cena.