martes, 3 de noviembre de 2015

Venid, pues ya está todo preparado

Un hombre daba una gran cena, e invitó a muchos Y envió a su criado a la hora de la cena para decir a los invitados: Venid, pues ya está todo preparado (Lc 14, 16-17).
Jesús, qué fácil me lo pones todo. Voy a mesa servida. En el cole y en la parroquia encuentro todo tipo de facilidades para visitarte, ir a Misa, confesarme. Siempre encuentro un sacerdote dispuesto a escucharme, animarme. Por las tardes voy a una catequesis en la parroquia o a es­tudiar en un Club juvenil. También asisto a un charla o a una clase de formación que me ayuda a conocerte y conocerme, para quererte así aún más. Venid, pues ya está todo preparado. Todo esto… ¿Lo valoro? ¿Lo agradezco?
Jesús: hago el propósito de aprovechar tantas facilidades que me pones.
Y todos a una comenzaron a excusarse (…) Entonces dijo el Señor (…) Os aseguro, pues, que ninguno de aquellos hom­bres invitados gustará mi cena (cfr Lc 14, 18-24).
Jesús, tan fácil me lo pones y yo con excusas: He comprado un campo (…); compré cinco yuntas de bueyes… Otros campos y otros bueyes: ya me lo sé todo, no necesito más formación; no quiero que me coman el coco; voy por el ambiente, porque te lo pasas bien, pero sin compro­meterte ¡¿eh?!… La mesa estaba preparada pero los invitados no eran dignos, no probaron la cena, no supieron apreciar la invitación.
Sin compromiso no hay amor que dure.

Propósito: Comprometerme en mi vida cristiana y probar la cena.