No es Dios de muertos, sino de
vivos; porque para Él todos están vivos (Lc 20, 38).
Mis buenas
amigas las Ánimas Benditas del Purgatorio están vivitas y coleando. Porque
para Él todos están vivos. Este mes tienen que estar bien contentas
porque llevo un montón de sufragios ofrecidos: Misas, Rosarios, Via Crucis...
Si cada día saco por lo menos 1 del pozo y llevamos ya 24 días, si las
matemáticas no me fallan ya he rescatado ¡24 ánimas! No está nada mal para un
tío negado como yo. Pero lo mejor es que van como cohetes directamente al
Cielo. Ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios (Lc 20,
36). Y desde allá arriba recibiré alguna ayudita. Por lo menos eso espero.
¿No?
Piensa en los difuntos de tu familia que pueden
necesitar tus oraciones.
Y no se atrevían a hacerle más
preguntas (Lc 20, 40).
De pequeño
era famoso por las preguntas tan impertinentes que hacía. Mi abuela se reía
mucho y decía que cuando creciera iba a ser detective. ¡Lo quería saber todo!:—
¿Y por qué…? Bueno, Jesús, yo no soy como los atontados de tus discípulos.
Prepárate que te voy a fusilar a preguntas: — ¿Por qué es tan guapa tu
Madre? — ¿Por qué me quieres tanto? — ¿Por qué matan a los niños antes de
nacer? — ¿Por qué hay guerras? — ¿Por qué soy tan bicho? — ¿Por qué no saco más
almas del Purgatorio? — ¿Por qué no dejo de preguntarte?
Termina la oración haciendo preguntas
impertinentes a Jesús.
Propósito:
vaciar el Purgatorio.