sábado, 30 de abril de 2016

Mi vida es el “Buen olor de Cristo”

Si el mundo os odia, sabed que antes que a vosotros me ha odiado a mí. (…) Si me han perseguido a mí, también a voso­tros os perseguirán (Jn 15, 18.20).
A mí también me gusta la pesca, como a Jesús. Pero no con redes sino con caña, anzuelo y paciencia. Veo muchos peces. Algunos, como las carpas o las tilapias, me dan pena porque viven en aguas sucias y estancadas. Otros, las truchas y salmones, se pasan la vida nadando siempre contracorriente. Buscan para sus crías lo mejor, la aguas lim­pias de los arroyos, de las montañas. Por eso, su carne color salmón es tan apreciada. Jesús, que no me deje llevar por la corriente, por lo que diga la gente. Y aunque algunos se rían y me ridiculicen, te buscaré siempre a Ti, Jesús mío, contracorriente.
Habla con Jesús: ¿Soy como Vicente: voy donde me lleva la gente?
Pero os harán todas estas cosas a causa de mi nombre (Jn 15, 21).
Mi encuentro con Jesús está en medio del mundo. No puedo refugiarme en mi pecera. Nadando contracorriente voy purificando las aguas y creando a mi alrededor remansos de paz y alegría. Solo soy un pececillo, nada más, no una ballena, pero a Jesús - acuérdate- le encanta el pescado que nada contracorriente con el alma color salmón.
¡Cómo está el ambiente!: Yo hago de purificador, hago buen ambiente a mi alrededor.

Propósito: alma color salmón.

viernes, 29 de abril de 2016

Yo os he elegido y vuestro fruto permanecerá

Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos (…) os he llamado ami­gos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a co­nocer (Jn 15, 14-15).
Jesús, muchas gracias por querer ser amigo de un tipo como yo. Jesús, yo también quiero ser tan buen amigo, como Tú. Después de ti, mi mejor amigo es un muchacho de mi clase, gordito con el pelo muy corto, una voz chillona de niña y grandes anteojos. Es tan torpe que cada tres pasos se tropieza. Nunca será el Tarzán de los sueños de una niña, pero ¡es mi amigo! Quien tiene un amigo tiene un tesoro.
¿Pongo el corazón en Jesús, mi mejor amigo, mi tesoro?
No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca (Jn 15, 16).
Jesús, la amistad no es consecuencia de mi buen gusto a la hora de elegir. Eres tú, Jesús mío, el que me pones cerca personas para que me enriquezcan con su amistad: Porque donde está tu tesoro estará tu corazón (Mt, 6, 21). Como le decía un torero a otro hablando de su amigo: Fíjese si seremos amigos que no necesitamos hablarnos para entendernos.
Agradece a Jesús tener amigos tan buenos.

Propósito: cuidar a mis amigos.

jueves, 28 de abril de 2016

Jesús, quiero ver tu rostro

Os he dicho esto para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea completo (Jn 15,11).
Desde que te conocí, Jesús, me llamó la atención tu alegría contagiosa. No es posible pensar en Ti y no ver tu sonrisa maravillosa. No he encon­trado en el mundo nadie más alegre, simpático y divertido que Tú, Jesús mío. Como escribía de ti un niño: En la mirada de Jesús es como si hu­biera un tranquilizante que te quita el agobio de lo que sea. Si algún día estoy tristón, de bajón, entonces buscaré el Sagrario más cercano, me pondré de rodillas y te diré: De aquí no me muevo hasta que me llenes de gozo. Entonces sentiré tu mirada, me reiré de mis tonterías y saldré feliz, flotando.
Piensa a qué amigos puedes poner delante de Jesús, para que también a ellos les llene de su gozo.
Como el Padre me amó, así os he amado yo (Jn 15,9).
¿Y tu sonrisa? Jesús, ¿cómo es tu sonrisa? Tu sonrisa es franca, limpia, da paz, contagia alegría. ¿Para qué sirve algo tan feo como las orejas? Para tener, como Jesús, una Sonrisa de oreja a oreja. Yo me imagino, decía otro muchacho, una sonrisa Colgate, una sonrisa de oreja a oreja, super alegre, con dientes más blancos que el azúcar. Jesús, pienso en Ti y me dan unas ganas locas de estar siempre contigo. Con el salmista diré: Oigo en mi corazón: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, Señor; no me escondas tu rostro (Sal 26, 8-9).
Termina imaginándote el rostro de Jesús.

Propósito: imaginación al poder.

miércoles, 27 de abril de 2016

Santa María, Rosa mística

Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador (Jn 15, 1).
Mi alma es como un jardín. A Dios le encanta trabajar como jardinero, es el Labrador y con el airecito de la tarde se pasea por mi alma y goza de tantas cosas buenas. Se entretiene con las bonitas flores de mis virtudes, descansa bajo la acogedora sombra de mis buenas obras, se refresca en la cristalina fuente de mis oraciones… Es cierto que, a veces, encuentra algo de mala hierba. Entonces el Labrador aprovecha cada confesión para sacar esas malas hierbas. No siempre salen de raíz y serán necesarias otras confesiones. Y cada día que pasa Dios más contento de mí.
En la próxima confesión buscaré las 7 raíces de los pecados capitales.
Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto (…) El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada (Jn 15, 5-6).
Pero a veces el Labrador tiene que cortar las ramas secas de los árboles, sulfatar los arbustos y podar los rosales. Es difícil entender al Labrador. A veces me parecen caprichos o antojos sin sentido. ¡Pobres árboles! ¡Pobres rosales! Pero con el tiempo, donde solo había ramas secas cre­cen nuevos brotes, después de sulfatar ya no hay plagas de bichitos y… ¡ay, la poda! Gracias a la poda crecen rosas más numerosas y hermosas que nunca.
¿Dejo al Labrador que trabaje en mi alma?

Propósito: cultivar rosas y no cultivar calabazas.

martes, 26 de abril de 2016

San Isidoro. Vosotros sois la luz del mundo

Vosotros sois la luz del mundo. (…) No se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa (Mt 5, 14-15).
Jesús, a veces pienso que soy el patito feo de mi familia, de mi clase, de mis amigos. Y empiezo a darle vueltas: que si nadie me aprecia, que si nadie me quiere, que si no se me valora… y termino convenciéndome de que, en el fondo, será por algo... Y encerrado en mí mismo le doy vueltas y revueltas, tantas que acabo mareado y tristón. Hasta que un día, alguien, me hace caso, se fija en mí y de golpe y porrazo me doy cuenta que no soy tan horrible. Jesús, estas cosas que me pasan son manifestaciones de encerrarme en mí mismo, de egoísmo. Jesús, líbra­me de mí mismo.
Habla tú con Jesús y dile lo que te brote durante dos o tres minutos.
Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vues­tras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre (Jn 3,15).
Jesús, me hizo gracia. Era una Misa de Domingo al aire libre en un solar en el que algún día se construirá una nueva parroquia. Mientras un sa­cerdote celebraba, otro confesaba en un confesionario portátil. Cerca unos niños jugaban en un montón de arena. Un pequeñín, con la cara llena de mocos y tierra, se acercó al que en ese momento estaba con­fesando, para que lo limpiara. Este no lo pensó dos veces y con su limpia alba liberó al chiquitín de tanta suciedad. ¡Qué buena limpieza! Los tres se quedaron contentos…
Jesús, ¡enciéndeme!

Propósito: iluminar con mi sonrisa.

lunes, 25 de abril de 2016

San Marcos. Jesús, descongela mi corazón

Se apareció Jesús a los Once y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará (Mc 16,15).
Aquel montañero poeta, un día de Pascua, se conmovió al ver des­puntar, entre las rocas y la nieve el brote de una flor tierna y elegante: como un estallido de vida, decía. El asombroso descubrimiento le acompañó hasta la cumbre mientras consideraba: El Cristianismo es mucho más que un código de comportamientos éticos, que una ideología o un mensaje filosófico. Para mí es como esa flor en la nieve: Cristo que vive, hoy y siempre. Cristo continuamente resuci­tando en los corazones de los hombres. Jesús, resquebraja el hielo que cubre mi vida, resucita en mi corazón.
Dile a Jesús que te aplique maniobras de resucitación cardiaca.
Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes (Mc 16,20).
Jesús, ayúdame a pregonar el Evangelio como hicieron los Once y después San Marcos. Que Cristo viva, ¡resucite!, en el corazón de tan­tos de mis amigos, de mi familia, de mis compañeros. Con tu Gracia y el fuego de mi amor provocaré el deshielo. Será una nueva primavera del Cristianismo.
Pide a Jesús un Cambio Climático que deshiele los corazones.

Propósito: facilitar el cambio climático.

domingo, 24 de abril de 2016

Que os améis unos a otros

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado (Jn 13, 32).
Una pregunta ¿por qué nos habla de un mandamiento nuevo”? A mí me parece que ya es bastante antiguo. -Respuesta: es nuevo por­que está todavía sin estrenar. Lleva 20 siglos y sigue nuevecito. -Otra pregunta ¿No era suficiente el amarás al prójimo como a ti mismo. -Respuesta: nuestro corazón a veces se envilece y se hace mezquino. Quien más y mejor ama es el que lo hace a través del corazón de Cristo.
Habla unos minutos tú con Jesús: ¿Te animas a estrenarlo?
La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros (Jn 13, 35).
¿Qué tal voy de Amor? Prueba a contestar el Test de Compañerismo: ¿Escucho con respeto y cariño a los demás? ¿También a los profeso­res? ¿Hablo bien de todos? ¿Permito que, en mi presencia, otros ha­blen mal de los demás? ¿Sé perdonar? ¿Pido perdón? ¿Soy rencoroso? ¿Me río o ridiculizo a mis compañeros? ¿Procuro comprender a todos? ¿Acepto a los demás y les quiero como son, aunque no les entienda? ¿Promuevo la amistad con todos los de la clase sin excluir a nadie? ¿Rezo a diario por mis compañeros, profesores y demás personal del colegio?
Dile a Jesús que quieres ser como Él.

Propósito: Que el mandamiento nuevo deje de ser nuevo.

sábado, 23 de abril de 2016

Dame un corazón como el tuyo

Y lo que pidáis en mi nombre eso haré (Jn 14, 13).
Hoy es sábado, el día de la Virgen ¡Qué suerte! Un día más mariano no se puede pedir. Madre mía, ¿estás contenta? Yo un montón. En el próximo mes, en Mayo, voy a intentar quererte más. Por eso hoy, nada más levantarme, como todo los días, he rezado el Oh Señora mía (…) os ofrezco en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón. Hoy sí; hoy de verdad, te doy mi corazón. ¡Ay…! ¡Perdona…! Se me ha­bía olvidado. Tendrás que compartirlo con tu Hijo. También he rezado el Jesusito de mi vida (…) y te doy mi corazón, tómalo, tuyo es y mío no. Bueno, entre los dos os lo repartís. Porque lo que pidáis en mi nombre eso haré.
“Santa Rita, Rita; lo que se da no se quita”. Sigue unos minutos.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y las hará mayores (Jn 14, 12).
Madre mía, ¡qué no puedo vivir sin corazón…! ¡Necesito urgentemente un trasplante! Hoy, que es tu día, te pido este regalo. Ya sé que es mucha caradura, pero quiero: o bien un corazón misericordioso como el de tu Hijo, o si no, un corazón inmaculado como el tuyo. Con menos no me conformo.
Sigue hablando con María.

Propósito: tener más corazón.

viernes, 22 de abril de 2016

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida

En la casa de mi Padre hay muchas moradas (…) cuando haya marchado y os haya preparado un lugar, de nuevo ven­dré y os llevaré junto a mí, para que, donde yo estoy, estéis también vosotros Jn 14, 2-3
Jesús mío, cuando me proponen ir de excursión o visitar algún sitio, aun­que sea el lugar más bonito del mundo pregunto: ¿Y quién más va? ¿Y no va fulanito?... Pues si “él” no va, yo tampoco. Y es que no es tan im­portante el sitio como las personas que nos acompañan. Virgen Santa, y pensar que un día estaré contigo y con Jesús y con San José... Felicitaré a mi Ángel de la guarda, ¡Qué paciencia!, abrazaré a San Josemaría.
Habla tú con Jesús y dile como te gusta que te preparen la habitación.
Le respondió Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” Jn 14, 6.
Se equivocaba el Poeta cuando escribió: “Caminante, son tus huellas el camino y nada más / Caminante no hay camino, se hace camino al andar” ¿Cómo que no hay Camino?, ¿Y la huellas que nos ha dejado Cristo?... Son huellas profundas, porque llevaba el peso de la Cruz. Los cristianos tenemos claro el Camino lleno de Vida, de alegría, porque es Verdad. Como Sta. Catalina de Siena diremos: “el Camino que nos lleva al Cielo, ya es un Cielo”.
Dile a Jesús que quieres seguir sus “huellas” y luego terminas

Propósito: seguiré las huellas.

jueves, 21 de abril de 2016

No hay iglesia mejor iluminada que la que arde

Yo sé a quiénes elegí; (…) para que se cumpla la Escritura: El que come mi pan levantó contra mí su calcañar. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda (Jn 13, 18-19).
Todos los días desayuno pan y cereal. Y disfruto de una familia maravi­llosa, y de un colegio estupendo (bueno…, a veces no tan estupendo). Tengo salud, dientes acorazados con braquets, papá, mamá y perrito que me ladre… ¡Tengo de todo! Y tonto de mí, pienso que me lo merez­co, que es lo normal. No solo eso sino que además no me importa si por egoísmo te hago daño. Jesús, me has elegido, me has dado lo mejor y yo ¿Cómo correspondo? Qué conmigo no se cumplan también las Escrituras: El que come mi pan levantó contra mí su calcañar.
Agradece a Jesús lo que tienes.
En verdad, en verdad os digo: quien recibe al que yo envíe, a mí me recibe; y quien a mí me recibe, recibe al que me ha enviado.” (Jn 13, 20).
Jesús, mis amigos sólo pasan enviando whatsapps ¡Me tienen cansa­do! Pero en el fondo me gusta. ¡Qué suerte que alguien se acuerde de mí! Jesús a ti también te encanta mandarme mensajitos. No son Whatsapps, son mensajes con mensajero, con enviado especial: Quien recibe al que yo envíe, a mí me recibe. Son mis papás, mis amigos, el sacerdote… ¿Les recibo? ¿Les escucho?
Agradece a Jesús que te envíe tantos “mensajes”.

Propósito: oir.

miércoles, 20 de abril de 2016

No hay iglesia mejor iluminada que la que arde

Yo soy la luz que ha venido al mundo para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas (Jn 12, 44).
De pequeño, a veces, me despertaba a media noche. Abría los ojos y entonces encontraba la habitación oscura y silenciosa. No podía evitar imaginar unos monstruos horribles y todo tipo de animales rodeaban mi cama. Yo gritaba a pleno pulmón: ¡Mamá!, ¡Mamiiiiiiiiii…! Venía mi mamá, somnolienta y sonriente; me tranquilizaba con un beso y a mi lado dejaba una lamparita encendida. Virgen Santa, tú nos has traído a Jesús, la “Luz del Mundo”. Si estoy cerca de Jesús ya no hay tinieblas que se resistan: un poco de luz de tu Hijo disipa las tinieblas más tenebrosas.
¿Qué es lo que me da miedo? A la luz de Jesús ya no hay miedo que valga.
Y si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, ya que no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. (Jn 12, 45).
Jesús, un día vi esto: No hay iglesia mejor iluminada que la que arde. Me hizo gracia y recordé la ceremonia de la Vigilia Pascual del Sábado Santo. A la entrada de la Iglesia encendieron una gran fogata con la que el sacerdote encendió un gran cirio. Según entraba en la Iglesia a oscuras cantaba: Luz de Cristo y todos respondíamos: Demos gracias. Y la ardiente luz de Cristo se extendió e iluminó toda la Iglesia y ya no hay quien la apague.
Dile a Jesús que quieres arder en su amor para iluminar a muchos.

Propósito: iluminar.

martes, 19 de abril de 2016

Jesús, que refleje tu rostro

Se celebraba por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Paseaba Jesús por el Templo, en el pórtico de Salomón (Jn 10, 22-23).
Madre mía, ¡me enamora ver pasear a Jesús tan elegante!, paseando por el pórtico de Salomón. Como era invierno le habías tejido un bonito manto de lana bien calentito, que se ponía encima de esa túnica de lino sin costura. Tu Hijo iba siempre tan bien arreglado, muy elegante, humanamente atractivo. Por eso atraía tanto. Elegante es el que sabe elegir, el que no se hace cualquier cosa, no se cosifica. La elegancia lleva a agradar, ser atractiva, tener buen gusto.
Jesús ser guapo se nace (esto es lo que hay), pero ir elegante se elige.
Entonces le rodearon los judíos y le decían: ¿Hasta cuándo nos vas a tener en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abierta­mente. (Jn 10, 24).
Sus modales, que digamos, no son muy correctos: hablan al Señor con violencia, sus intenciones no son muy rectas. La vulgaridad, la rudeza, el mal gusto, no solo afectan al modo de vestir sino también a las con­versaciones, a las palabras y expresiones groseras. María, madre mía, ayúdame a tener esa finura interior para tratar con delicadeza a todos. Quiero parecerme a tu Hijo: límpiame el alma para que refleje en mi rostro y en mis actos la hermosura de Jesús.
El que a los suyos parece, honra mereces. Parecerme más a Jesús.

Propósito: ¡Guerra a la vulgaridad! 

lunes, 18 de abril de 2016

Jesús, que reconozca y escuche siempre tu voz

En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es un ladrón y un salteador (Jn 10, 1-2).
Somos Templos del Espíritu Santo. Desde el Bautismo Dios nos ha adorna­do con su Gracia, esperanza, alegría, amor de Dios, ¡tantas cosas bue­nas! Pasa el tiempo y el tesoro se va enriqueciendo: perlas, rubíes, zafiros, esmeraldas… Son las Virtudes, dones del Espíritu Santo, la Filiación divina. Los ladrones conocen la existencia de esos tesoros y esperan el momen­to oportuno, la ventana mal cerrada para entrar, robar y destruir. Y los ladrones son: la curiosidad, querer llamar la atención, querer probarlo todo, ponerse en el límite, la conversación sucia…
Da gracias a Jesús por tantas cosas buenas que te ha dado.
Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. (…) Las ovejas atienden a su voz, llama a sus propias ovejas por su nombre (…) y camina delante de ellas y las ovejas le siguen, porque conocen su voz (Jn 10 3-4).
Jesús es el Buen Pastor que entra siempre por la puerta. Lo hace a través de los ratos de oración, del Evangelio, de la Eucaristía. Tengo que abrirte la puerta y entonces me llamas con tus silbidos suaves y cariñosos. Jesús es el sacerdote, los amigos buenos que me ayudan, me guían y me acompañan con su palabra, con su oración y con su ejemplo.
¿Sabes silbar? Dile a Jesús que te enseñe. Es un experto.

Propósito: aprender a escuchar los silbos amorosos de Jesús.

domingo, 17 de abril de 2016

Buen Pastor, Buen Jesús

Dijo Jesús: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna (Jn 10, 27).
Jesús, como soy de ciudad eso de las ovejas sólo me lo puedo imaginar. Si no recuerdo mal una vez vi en la tele un rebaño con su pastor al frente. Las ovejas me parecían todas iguales… de tontas; pero no. El pastor las iba llamando, una a una, por sus nombres: Linda, Blanquita, Mochito… y las guardaba en un corralillo. Jesús, Tú que eres el Buen Pastor me llamas con tus silbidos amorosos. Insistes: Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas (…) Conozco las mías y las mías me conocen (Jn 10, 11.14). Me conoces, sabes todo de mí. Para Jesús yo soy único, y me quiere tanto que ha dado su vida por mí.
Jesús ha dado su vida por mí. Y yo ¿qué más puedo hacer por Jesús?
MI Padre que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. (Jn 10, 30).
En todos los rebaños hay una oveja que le da por ser original. Ese soy yo. ¡Me encanta llamar la atención!, hacer de oveja negra, ser el centro de las conversaciones: me da igual que se hable bien o mal, el caso es que se hable. Y de oveja paso a cabra, cabra loca, siempre al borde de precipicio. Hasta que un buen día, ¡Cataplum!: oveja-cabra descala­brada. Y entonces, Jesús, me recoges amorosamente y me llevas sobre tus hombros. ¡Qué bueno eres!
Dile a Jesús que no quieres ser ni cabra ni oveja negra.

Propósito: balar a Jesús: “Beee”, “Beeengo” a “Beeerte….” 

sábado, 16 de abril de 2016

Señor, Tú tienes palabras de Vida eterna

Entonces, oyéndole muchos de sus discípulos, dijeron: Dura es esta enseñanza, ¿quién puede escucharla? (…) Desde en­tonces muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él (Jn 6, 60. 66).
Jesús, se van, se marchan. Son tus discípulos pero se van. ¿Adónde? ¿Por qué? Se van a sus “negocios”, a su pueblecito, a su triste y caduca felici­dad. Tus palabras ¡que dan Vida! son demasiado grandes, demasiado exigentes… Como ahora, también hay cristianos que se escandalizan de la Iglesia, de Cristo: dura es esta enseñanza ¿quién puede escu­charla? Quizá preferirían un cristianismo más “light”, más aguado, más a la medida de su mediocridad.
Habla con Jesús y dile que, con su ayuda, tú nunca Le dejarás.
Entonces Jesús dijo a los doce: ¿También vosotros queréis marcharos? (Jn 6, 67).
Jesús, somos pocos los que Te amamos, y además Te amamos poco. Qué doloroso se me hace oírte: También vosotros queréis marcharos. Jesús, ahora, en el momento de la prueba, de la deserción en masa de tantos que no quieren ser más que buenas personas, es la hora de la Cruz, hora de fidelidad. Por eso te diré como San Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6,68), con la canción: Más allá de mis miedos, más allá de mi inseguridad quiero darte mi respuesta.
Jesús, que mi amor sea decirte “SI” hasta el final.

Propósito: decir a Dios en todo que Si, Si, Si, Si, Si, Si, y Si.

viernes, 15 de abril de 2016

¡Viva Jesús Sacramentado!

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá eternamente (Jn 6,51).
Fue en una excursión al monte. Al comienzo de la ascensión, los árboles nos daban sombra. Al dejarlos atrás, conforme subíamos, se nos abría un paisaje cada vez más espléndido. Uno de los muchachos, que no dejaba de mirar el celular, gritó horrorizado: ¡Nos hemos perdido! ¡No tengo cobertura!... Era lo peor que nos podía pasar, el mundo estaba incomunicado… Efectivamente no había ninguna antena cerca. No sé por qué, pero pensé cual sería el Sagrario más próximo. Jesús, hoy te pido: ¡Que nunca pierda tu cobertura!
¿Tengo localizados los Sagrarios más próximos? ¿Busco buenas coberturas?
Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida Eterna (Jn 6,54).
Otra excursión al monte. Coronamos la cima ya a la hora de comer. Mientras almorzábamos, se podían distinguir muchas casas agrupadas en torno a su Iglesia. ¿Por qué no hacemos la Visita?, dijo uno. Como no sea a las vacas, soltó el gracioso de turno. Y a muchos kilómetros de distancia, y a muchos metros de altura, cada uno pensó en el Sagrario: ¡Viva Jesús Sacramentado! ¡Viva y de todos sea amado!... A Jesús le encantó.
Einstein se equivocó: La oración viaja más rápido que la luz.

Propósito: no perder cobertura.

jueves, 14 de abril de 2016

En mis ojos no ha parado de llover

Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron (Jn 6,50).
Jesús, de lo que hicieran mis papás yo no respondo, pero a mí lo que me gusta de verdad, lo que consumo con avidez es el otro Maná, el grupo de rock mejicano: Desde que te perdí / la luz se ha puesto muy mojada / mirada triste está nublada / Y en mis ojos no ha parado de llover. Te parecerá una tontería, pero me recuerda lo mal que se está sin Ti, cuando te pierdo por el pecado. Solo y ya sin ti / Me tienes como un perro herido / Me tienes como un ave sin su nido / Estoy solo como arena sin su mar.
Pregúntate: ¿En alguna ocasión pierdo a Jesús? ¿Me duele perderle?
Éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre (Jn 6,51).
Jesús, como en la canción te pregunto: Dime que faltó, dime que so­bró, dime que pasó / Pero dime algo, pues me estoy muriendo. Y en la oración me respondes que me faltó valentía, me sobró egoísmo, y por eso, pasó… lo que pasó. ¡Qué mal se está sin Ti! ¡No se puede vivir sin Dios! Y vienen las lágrimas del arrepentimiento: Sigue lloviendo, le sigue lloviendo al corazón / Y en mis ojos no ha parado de llover. Bien purificado por la Penitencia me acercaré el Pan de Cielo, a la Eucaristía.
Jesús, tú en la Eucaristía, eres el mejor Maná.

Propósito: comulgar más a menudo.

miércoles, 13 de abril de 2016

Hágase tu voluntad

He bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la vo­luntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no se pierda nada de lo que me dio (Jn 6,35-40).
Jesús, mi mamá cuando era pequeño me llamaba El Rey de la Casa. Tanto repetirlo que al final me lo acabé creyendo y ahora me he conver­tido en El Tirano de mi Familia: ¡Hay de aquel que se atreva a llevarme la contraria! ¡Hay de aquella que no haga mi voluntad!... Jesús: Ayúdame a no ser tan déspota con mis hermanos, ni tan mandón con mis amigos, ni opresor de mi mascota, ni totalitario con mis papás. ¡Destrona de una vez al tirano de mi yo! Jesús: hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo, no mi voluntad.
Desenmascara al tirano opresor que hay en ti y en su lugar pon a Jesús.
Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día (Jn 6,40).
En un Santuario de la Virgen, a la entrada, había un libro de firmas donde los peregrinos ponían lo que les brotaba en su corazón. En plan curio­so uno leyó lo siguiente: ¡Señor! No entiendo nada pero en ti confío, ¡Ayúdame!
Termina diciendo a Jesús: Hágase tu voluntad.

Propósito: considerar la posibilidad del tiranicidio de mi yo.

martes, 12 de abril de 2016

Señor, danos siempre de ese Pan

Pues el pan de Dios es el que ha bajado del Cielo y da la vida al mundo. Ellos le dijeron: Señor, danos siempre de este pan. Jesús les respondió: Yo soy el pan de vida (Jn 6, 33-34).
María, Tú eres la mejor panadera del mundo. Muchos días mi mamá me pide que la acompañe a la panadería y me quedo empanado sin saber qué pan elegir. Hoy lo tengo claro: El mejor pan es tu Hijo en la Eucaristía. Pan hecho con trigo de primera: Si el grano de trigo no muere al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, pro­duce mucho fruto (Jn 12, 24). Madre mía, la Eucaristía es fruto del Amor de tu Hijo en la Cruz; es fruto de tu vientre. Como los discípulos yo también pediré: Señor, danos siempre de este pan.
La mejor Panadería la encuentro en la Misa. ¿Por qué no voy más veces?
Jesús les respondió: Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí no tendrá nunca sed (Jn 6, 35).
Madre mía, lo mío es una adolescencia permanente: Nada me satisface, todo me cansa, todo me aburre. Me prometen paraísos artificiales: lo pruebo todo, lo experimento todo y luego…me encuentro en infiernos terrenales. Mi corazón está inquieto, hecho para Dios y solo se satisface con Dios, con el Pan de Vida.
Piensa en el Sagrario más olvidado del mundo y dile con el corazón que le quieres.

Propósito: querer a Jesús, de verdad.

lunes, 11 de abril de 2016

Quiero volver a sentir, escuchar solo tu voz

Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí se embarcaron y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús.
Jesús, te quieren y te buscan. Tienen que remar con esfuerzo, quizá con el viento en contra, a Contra corriente, como esa canción que me gusta tanto: Quiero volver a sentir / Escuchar solo tu voz / Que me diga aque­llo / Que todas las mañanas repetía en sueños / A contracorriente, a contracorriente… Jesús, ser cristiano es saber ir a contracorriente del ambiente dominante, como nos decía Juan Pablo II: La humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valien­tes que se atrevan a caminar contracorriente. Jesús, solo a los peces muertos se los lleva la corriente.
El ir contracorriente no se trata de llevar la contraria ni ser anti-todo.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago le preguntaron: Maestro, ¿cuándo has venido aquí? (Jn 6, 22-29).
La corriente —con palabras de Benedito XVI— es el estilo de vida superficial, incoherente e ilusorio que a menudo nos arrastra, nos domina y nos hace esclavos del mal. Y en mi cabeza sigue sonando la dichosa canción: Y salgo y te busco y no veo el momento / Me asusto / Te vuelvo a buscar / Corriendo a contracorriente / Sentir que no te encuentro entre tanta gente / Que viene, que corre / Y no escucha su mente. Jesús quiero escuchar solo tu voz en mi corazón que me dice: Venga, contracorriente como las truchas, como los sal­mones, venga, vamos.
Dile a Jesús que quieres escuchar su voz.

Propósito: ser antídoto, no anti-todo. 

domingo, 10 de abril de 2016

Jesús, te amo, te quiero, te quiero mucho…

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?» Él le con­testó: «Si, Señor, tu sabes que te quiero» (…) Por segunda vez le pregunta «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» (Jn 21, 15-17).
Jesús, a veces me cuesta, por timidez, manifestar mi cariño a las perso­nas que tanto quiero: mis papás, amigos… a Ti. Por eso mi mamá, en broma, me dice que soy como el cactus de la sala de estar, al que no se le puede besar. Sin embargo, Jesús, tengo mucho corazón y quiero que mi respuesta sea como la de Pedro: Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.
Como a las mamás, Jesús “necesita” que le digas lo mucho que le quieres.
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» (Jn 21, 19)
Jesús, necesitas contar con mi cariño, necesitas saberte querido. Y me lo preguntas no una, sino muchas veces. San Josemaría nos dice: Pierde el miedo a llamar al Señor por su nombre —Jesús— y a decirle que le quieres (Camino 303). Buscaré el Sagrario más cercano y repetir en los idiomas que sepas: Jesús, Te amo; Jesús, Te quiero; Te amo; Jesús, Te quiero; Ti voglio bene; Jesús, Te quiero; Te amo; Jesús, Te quiero; I love You, Te amo; Jesús, Te quiero; Te amo; Jesús, Te quiero; Amo te; Te amo; Jesús, Te quiero; Te amo; Jesús, Te quiero…
¿Cuántas veces se lo digo cada día? Bate tu marca personal
Propósito: batir records (te quiero al infinito)

sábado, 9 de abril de 2016

Soy Yo, no tengáis miedo

Habían remado uno, cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago y se asustaron. Pero Él les dijo: Soy yo, no temáis (Jn 6, 20).
¡No tengáis miedo!, ¿te acuerdas? Era Juan Pablo II recién elegido Papa, asomado a la ventana de San Pedro ante miles de personas. Años más tarde, Benedicto XVI, también en la misma Plaza, añadió: ¡No tengáis miedo de Cristo! ¡Él no quita nada y lo da todo! Jesús, me pasa como a los Apóstoles en medio de la tormenta del lago de Tiberiades, cuando andando sobre las aguas te confundieron con un fantasma. ¡Soy Yo, no tengáis miedo! Subiste a la barca y cesó la tempestad. Jesús, ¡que no te tenga miedo!, ¡qué no te tenga miedo!
Di a Jesús que con Él no tienes miedo a nada ni a nadie, sólo perderle.
Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, hacia la cuarta vigilia de la noche vino a ellos an­dando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo (Mc 6, 48).
Jesús, ese gesto tan tuyo hizo ademán de continuar adelante, me ena­mora. Lo hiciste con los discípulos de Emaús y ahora en medio del lago. Tantas veces, Jesús, pasas cerca de mí y no me entero. Los de Emaús le retuvieron diciéndole: Quédate con nosotros. Jesús, que te sepa des­cubrir y sobre todo retener: ¡Quédate conmigo! Yo nunca te dejaré.
Dile a Jesús que se quede contigo.

Propósito: deja que Jesús se quede contigo. 

viernes, 8 de abril de 2016

Bocadillos de sardinas a ¡un euro!

Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia Él una gran muchedumbre, dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para que coman éstos? (Jn 6, 5).
Atardece. Estamos fatigados y hambrientos. Jesús, levantas la mirada y ves a la muchedumbre. Pero no ves a la multitud, nos ves a cada uno, me ve a mí. Como nos dice el Papa: La mirada conmovida de Cristo se detiene también hoy sobre los hombres y los pueblos. Con su mirada abraza a las multitudes y a cada uno. Jesús, cómo me gusta sentir tu mirada. De un vistazo borras de mi alma cualquier rastro de preocupa­ción, de amargura. Jesús, mírame, mírame mucho. Te lo pondré fácil porque pienso ir con frecuencia al oratorio. ¡Qué bien se está contigo!
Deja que Jesús te mire un rato cada vez que vayas a verle al Sagrario.
Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces (Jn 6, 7).
Andrés trae de la mano a su sobrinito. El muchacho, con visión comercial, pensaba hacer negocio: Bocadillos de sardinas bien baratos. Y ese día hizo el mejor negocio de su vida: Lo dio todo; se dio del todo. Jesús se sirvió de su generosidad para hacer un gran milagro. Jesús, yo también te doy mi todo, porque todo lo mío es tuyo y Tú, como siempre, me devuelves el ciento por uno. ¡No te dejas ganar en generosidad!
Y yo, ¿qué puedo dar a Jesús?

Propósito: darme del todo.

jueves, 7 de abril de 2016

Cantaré tus alabanzas, Señor

El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla (Jn 3, 31).
Jesús, y yo, ¿de qué hablo? ¿Cuál es el tema de mi conversación?, ¿con mis amigos, en clase, de qué hablo? El que es de la tierra, de la tie­rra es y de la tierra habla ¡Qué vergüenza me da reconocerlo, Jesús!: Resulta que no es que hable de la tierra, sino del estiércol; hablo de la última cochinada de la televisión, del último chisme, sin pudor de todo y de todos. Y, para no quedarme atrás, también yo echo leña al fuego... Otras veces escucho, y mi silencio me hace cómplice de tanto trapicheo. Jesús, y pensar que Tú ¡lo oyes todo! Nunca más Jesús. Si no es para hablar bien, mejor calladito.
Jesús, que siempre mis comentarios y palabras sean limpios.
El que viene del Cielo está sobre todos y da testimonio de lo que ha visto y oído (Jn 3, 31).
Jesús, no quieres que esté callado, sino todo lo contrario. Prepárate boca, prepárense cuerdas vocales, porque allá vamos. Jesús, quiero hablar mucho de ti, mucho. No solo hablar, sino también cantar. Que todos mis amigos, mi familia, mis compañeros se enteren de la alegría que me llena el alma. Voy a hablar hasta quedarme afónico, como Tú, Jesús mío, que das testimonio de lo que has visto y oído (Jn 3, 31).
Hablar de Jesús hasta perder el habla y después por señas o por escrito.

Propósito: hablar.

miércoles, 6 de abril de 2016

Tanto amó Dios al mundo…

Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en Él no perezca sino que tenga Vida Eterna (Jn 3, 14).
Tanto nos amó que Dios Padre nos entrega a su Hijo. Jesús eso de que amar es entregar, lo voy entendiendo. Veo a mi alrededor gente ena­morada, como mis papás, y veo que se miran con cariño, que se hacen uno a otro favores. Pero a mi me cuesta entregarme, hacer favores o pensar en los demás. ¿Será que soy muy egoísta?
Pregúntale a Jesús si eres egoísta y escúchale.
Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar el mundo, sino para que el mundo se salve por Él (Jn 3,16).
Jesús, has venido a salvarme y a ayudarme a que llegue al Cielo. Te pido que tengas paciencia conmigo, que me des toda la ayuda posible para salir de mis cosas, para no conformarme con ser solamente buena persona. Jesús, yo quiero seguirte y amarte. ¡Quiero ser santo!
Dile a Jesús que te quieres parecer a Él para recibir el Amor del Padre.

Propósito: parecerme a Jesús.

martes, 5 de abril de 2016

Reina del Cielo, ruega por nosotros

Si os he hablado de cosas terrenas y no creéis, ¿cómo ibais a creer si os hablara de cosas celestiales? (Jn 3, 12).
Háblame, Jesús, del Cielo. Muéstrame, Señor, el lugar que me has pre­parado. ¿Cómo es?, ¿qué haremos?, ¿dónde está?, ¿será divertido?, ¿se juega al fútbol?, ¿hay pizza? Perdona mis preguntas tan tontas. Pero ya ves, Señor, así somos los humanos. San Josemaría nos dice: Si el Amor, aún el amor humano, da tantos consuelos aquí, ¿qué será el Amor en el Cielo? (Camino 428).
Imagínate el Cielo y pásmate con la belleza de la Reina del Cielo: María.
Pues nadie ha subido al Cielo, sino el que bajó del Cielo, el Hijo del Hombre (Jn 3, 13).
Jesús, Tú has bajado del Cielo. Ahí está tu Padre y tanta gente. ¿Cómo es el Cielo? El Cielo es siempre nuevo, siempre distinto, sin cansancio y sin empalago. Es toda la luz y el color, es la música y la dulzura, es alegría que nadie me puede quitar. El cielo es AMOR. Un amor que no se oxida, un amor limpio que fascina, embellece, que es siempre como la prime­ra vez. Y sobre todo, en el Cielo estaré contigo, Jesús de mi alma, para siempre. Allí, junto a María la Reina, toda hermosura… en el Cielo, junto a los Ángeles, junto a millones de almas buenas, eternamente felices… para siempre, para siempre.
Dile a Jesús que, con su ayuda, quieres ir al Cielo y terminas.

Propósito: ir al cielo, pero sin escalas (Purgatorio).

lunes, 4 de abril de 2016

Me esperaba quien yo sabía, en donde nadie parecía

Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche (Jn 3,1).
Jesús, a Nicodemo le gustaba la noche, como a mí que soy bastante noctámbulo y bastante Nicodemo… Me encanta la magia de la noche dónde todo es posible. Y cuando a otros les da por hacer el tonto, yo, a veces voy a verte de noche, expuesto en la Custodia, como Nicodemo, y te adoro. Nadie te interrumpe, el silencio es más profundo, me hablas más cerca del corazón. Hay que hacer horas extras, me dices: por los que no rezan, por los que no creen, por los que no te conocen.
Dile a Jesús que no piensas perder oportunidad de hacer Vela nocturna.
El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3,8).
San Juan de la Cruz es otro Nicodemo y nos cuenta sus escapadas: En una noche oscura, / con ansias, en amores inflamada, / ¡Oh dichosa ventura! / salí sin ser notada, / estando ya mi casa sosegada. // En la noche dichosa / en secreto que nadie veía / ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía, / sino la que en el corazón ardía. // Esta me guiaba / más cierto que la luz del mediodía, / donde me esperaba / quien yo bien me sabía, / en parte donde nadie parecía.
¿Te acuestas diciéndole a Jesús que lo quieres?

Propósito: ser Nicodemo.

domingo, 3 de abril de 2016

Domingo Divina Misericordia. Señor mío y Dios mío

Tomás, uno de los Doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús (Jn 20, 19).
Jesús, ¿y dónde estaba Tomás? Siempre me ha parecido un misterio: ¿Qué estaría haciendo? ¿Dónde se habría ido? Está claro que, en ese momento, su sitio era estar con la Virgen Santísima y los apóstoles. Ese día se despistó, hizo su plan: yo, a lo mío. Jesús, yo como Tomás, tantas veces a lo mío, a mis planes, a mis gustos, a mi TV, a mi egoísmo. Jesús, rompe mi egoísmo. Que esté con los demás. Que me sienta miembro de tu familia la Iglesia y hermano de todos los hombres. Dame un cora­zón grande como el tuyo.
Pregúntate: Cuando no pienso en Dios y en los demás, ¿en qué pienso?
Si no veo la señal de los clavos…, y si no meto mi dedo en esa señal…, y mi mano en su costado, no creeré (Jn 20, 25).
Tomás volvió triste, melancólico y desesperanzado. Le contarían los de­más: ¡Hemos visto al Señor! (Jn 20, 25).No se lo podía creer, no lo quería creer. Si no veo la señal de los clavos…, y si no meto mi dedo en esa señal…, y mi mano en su costado, no creeré (Jn 20, 25). ¡Qué bruto eres Tomás! Es el egoísmo y la desconfianza lo que nos impide ver a Jesús, lo que todo lo critica, lo que ve las cosas retorcidas. Tomás, el incrédulo, por fin vuelve con los suyos. Son las heridas de Cristo lo que le convence: ¡Señor mío y Dios mío! Y yo, ¿ya he vuelto?
Repite muchas veces: ¡Señor mío y Dios mío!, y luego terminas.

Propósito: confiar en Jesús.

sábado, 2 de abril de 2016

Sábado de Pascua. Alégrate Reina del Cielo

Habiendo resucitado, al amanecer del primer día de la sema­na, se apareció, en primer lugar, a María Magdalena (Mc 16, 9).
Lo siento Marcos, pero nos has confundido. ¡Aquí falta algo!.. Por no de­cirnos lo evidente: que Jesús se apareció en primer lugar a su Santísima Madre, nos has dejado confundidos. ¡No iba a ser de otra manera!: María, la Madre de Jesús, esperaba el amanecer del domingo con fe, esperanza y amor. ¡Madre!, le dijo Jesús, ten fe porque al tercer día vol­veré, al tercer día resucitaré. María lo sabe y pasa toda la noche en oración.
Hoy, acompaña también a la Virgen. Dile lo mucho que tú también quieres a Jesús.
Habiendo resucitado, al amanecer del primer día de la sema­na (Mc 16, 9)
La luna ya se ha ocultado. Un rayo de luz penetra en la habitación. Nace el nuevo sol con más alegría que nunca: ¡Es el Domingo de Resurrección, el Día del Señor! María está despierta, en espera. Con las primeras luces, una voz inconfundible: —¡Madre!, —¡Hijo mío!, Jesús mío. María cae de rodillas y Jesús la levanta y la abraza. Los Ángeles, que contemplan emo­cionados la escena, no pueden contenerse ya más y cantan a pleno pulmón: Alégrate, Reina del Cielo, aleluya / Porque el que merecis­te llevar en tu seno; aleluya / Ha resucitado, según predijo; aleluya / Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya / Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.
Sigue saboreando el Regina Coeli como si fuera un caramelo.
Propósito: rezar el Regina Coeli.

Regina Coeli
V. Alégrate, Reina del cielo; aleluya,
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.
V. Ha resucitado, según predijo; aleluya,
R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya.
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya,
R. Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya. 
Oración: Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por su Madre, la Virgen María, alcancemos el goce de la vida eterna. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. 
R. Amén.