lunes, 11 de abril de 2016

Quiero volver a sentir, escuchar solo tu voz

Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí se embarcaron y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús.
Jesús, te quieren y te buscan. Tienen que remar con esfuerzo, quizá con el viento en contra, a Contra corriente, como esa canción que me gusta tanto: Quiero volver a sentir / Escuchar solo tu voz / Que me diga aque­llo / Que todas las mañanas repetía en sueños / A contracorriente, a contracorriente… Jesús, ser cristiano es saber ir a contracorriente del ambiente dominante, como nos decía Juan Pablo II: La humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valien­tes que se atrevan a caminar contracorriente. Jesús, solo a los peces muertos se los lleva la corriente.
El ir contracorriente no se trata de llevar la contraria ni ser anti-todo.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago le preguntaron: Maestro, ¿cuándo has venido aquí? (Jn 6, 22-29).
La corriente —con palabras de Benedito XVI— es el estilo de vida superficial, incoherente e ilusorio que a menudo nos arrastra, nos domina y nos hace esclavos del mal. Y en mi cabeza sigue sonando la dichosa canción: Y salgo y te busco y no veo el momento / Me asusto / Te vuelvo a buscar / Corriendo a contracorriente / Sentir que no te encuentro entre tanta gente / Que viene, que corre / Y no escucha su mente. Jesús quiero escuchar solo tu voz en mi corazón que me dice: Venga, contracorriente como las truchas, como los sal­mones, venga, vamos.
Dile a Jesús que quieres escuchar su voz.

Propósito: ser antídoto, no anti-todo.