Nadie
tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos. Vosotros sois
mis amigos (…) os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo
he dado a conocer (Jn 15, 14-15).
Jesús,
muchas gracias por querer ser amigo de un tipo como yo. Jesús, yo también
quiero ser tan buen amigo, como Tú. Después de ti, mi mejor amigo es un
muchacho de mi clase, gordito con el pelo muy corto, una voz chillona de niña y
grandes anteojos. Es tan torpe que cada tres pasos se tropieza. Nunca será el
Tarzán de los sueños de una niña, pero ¡es mi amigo! Quien tiene un amigo
tiene un tesoro.
¿Pongo el corazón en Jesús, mi mejor amigo, mi
tesoro?
No me
habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he
destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca (Jn 15, 16).
Jesús, la
amistad no es consecuencia de mi buen gusto a la hora de elegir. Eres tú, Jesús
mío, el que me pones cerca personas para que me enriquezcan con su amistad: Porque
donde está tu tesoro estará tu corazón (Mt, 6, 21). Como le decía un torero
a otro hablando de su amigo: Fíjese si seremos amigos que no necesitamos hablarnos
para entendernos.
Agradece a Jesús tener amigos tan buenos.
Propósito: cuidar a mis amigos.