viernes, 8 de abril de 2016

Bocadillos de sardinas a ¡un euro!

Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia Él una gran muchedumbre, dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para que coman éstos? (Jn 6, 5).
Atardece. Estamos fatigados y hambrientos. Jesús, levantas la mirada y ves a la muchedumbre. Pero no ves a la multitud, nos ves a cada uno, me ve a mí. Como nos dice el Papa: La mirada conmovida de Cristo se detiene también hoy sobre los hombres y los pueblos. Con su mirada abraza a las multitudes y a cada uno. Jesús, cómo me gusta sentir tu mirada. De un vistazo borras de mi alma cualquier rastro de preocupa­ción, de amargura. Jesús, mírame, mírame mucho. Te lo pondré fácil porque pienso ir con frecuencia al oratorio. ¡Qué bien se está contigo!
Deja que Jesús te mire un rato cada vez que vayas a verle al Sagrario.
Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces (Jn 6, 7).
Andrés trae de la mano a su sobrinito. El muchacho, con visión comercial, pensaba hacer negocio: Bocadillos de sardinas bien baratos. Y ese día hizo el mejor negocio de su vida: Lo dio todo; se dio del todo. Jesús se sirvió de su generosidad para hacer un gran milagro. Jesús, yo también te doy mi todo, porque todo lo mío es tuyo y Tú, como siempre, me devuelves el ciento por uno. ¡No te dejas ganar en generosidad!
Y yo, ¿qué puedo dar a Jesús?

Propósito: darme del todo.