miércoles, 6 de abril de 2016

Tanto amó Dios al mundo…

Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en Él no perezca sino que tenga Vida Eterna (Jn 3, 14).
Tanto nos amó que Dios Padre nos entrega a su Hijo. Jesús eso de que amar es entregar, lo voy entendiendo. Veo a mi alrededor gente ena­morada, como mis papás, y veo que se miran con cariño, que se hacen uno a otro favores. Pero a mi me cuesta entregarme, hacer favores o pensar en los demás. ¿Será que soy muy egoísta?
Pregúntale a Jesús si eres egoísta y escúchale.
Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar el mundo, sino para que el mundo se salve por Él (Jn 3,16).
Jesús, has venido a salvarme y a ayudarme a que llegue al Cielo. Te pido que tengas paciencia conmigo, que me des toda la ayuda posible para salir de mis cosas, para no conformarme con ser solamente buena persona. Jesús, yo quiero seguirte y amarte. ¡Quiero ser santo!
Dile a Jesús que te quieres parecer a Él para recibir el Amor del Padre.

Propósito: parecerme a Jesús.