Tanto amó
Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en
Él no perezca sino que tenga Vida Eterna (Jn 3, 14).
Tanto nos
amó que Dios Padre nos entrega a su Hijo. Jesús eso de que amar es entregar, lo
voy entendiendo. Veo a mi alrededor gente enamorada, como mis papás, y veo que
se miran con cariño, que se hacen uno a otro favores. Pero a mi me cuesta
entregarme, hacer favores o pensar en los demás. ¿Será que soy muy egoísta?
Pregúntale a Jesús si eres egoísta y escúchale.
Pues Dios
no envió a su Hijo al mundo para juzgar el mundo, sino para que el mundo se
salve por Él (Jn 3,16).
Jesús, has
venido a salvarme y a ayudarme a que llegue al Cielo. Te pido que tengas
paciencia conmigo, que me des toda la ayuda posible para salir de mis cosas,
para no conformarme con ser solamente buena persona. Jesús, yo quiero seguirte
y amarte. ¡Quiero ser santo!
Dile a Jesús que te quieres parecer a Él para
recibir el Amor del Padre.
Propósito: parecerme a Jesús.