viernes, 22 de diciembre de 2017

“Me felicitarán todas las generaciones”

Porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas la generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi (Lc 1, 48-49).
Jesús, solo quedan tres días para que nazcas y ya me estoy poniendo un poco nervioso. Me pasa como aquella niña pequeña a la que su mamá, una tarde, le explicó que pronto le nacería un hermanito. No pasaron ni 10 minutos sin que la niña preguntara muchas veces: “Mamá, ¿Qué tal el niño?; Mama, ¿el niño ha crecido?; ¿Cuánto falta para que nazca?” Jesús, yo también estoy impaciente: ¿¡pero cuándo vas a nacer!? Estos días acudo a tu Madre la Virgen preguntando por el Niño Dios y sobre todo…felicitándola: ¡Felicidades, Madre mía! Y ayudo a que se cumpla la profecía: “Me felicitarán todas las generaciones”.
Habla con Jesús que está en el vientre de la Virgen.
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa (Lc 1,56).
María se quedó pero no precisamente quieta: “Pero Isabel, quítate el delantal… Isabel no te subas ahí, que te puedes caer… déjame a mí que yo soy más joven… Isabel, descansa un rato que yo me ocupo de todo…” Ahora es María quien necesita ayuda, mi ayuda y mi compañía. El rostro de María, la necesitada de nuestra ayuda, resplandece en la mirada de los de nuestra casa. Adelántate, no esperes a que te pida ese favor o aquel otro. Sorpréndele sirviendo.
Busca bien, a que encuentras en tu casa alguien que te necesite.

Propósito: Acompañar a la Virgen hablándole muchas veces al día.