miércoles, 31 de octubre de 2018

Yo soy la puerta


Uno le preguntó: Señor, ¿serán pocos los que se salven? Jesús les dijo: Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán (Lc 13, 22-24).
Jesús, vaya pregunta indiscreta o al menos impertinente. Al que la hizo habría que darle el premio al aguafiestas. Jesús, Tú has venido al mundo porque quieres que todos los hombres se salven (1 Tim 2,4), pero también cuentas con mi libertad: Muchos intentarán entrar y no podrán. Jesús, con tu ayuda yo quiero ser de esos que entran por la puerta estrecha.
Dile a Jesús que estás dispuesto a adelgazar para entrar por la estrecha.
Entrad por la puerta angosta, porque amplia es la puerta y ancho el camino que conduce a la perdición y son muchos los que entran por ella (Mt 7,13-14).
También nos lo cuenta San Mateo: junto a la puerta estrecha hay otra ancha que lleva a la perdición. Jesús, la única puerta que merece la pena eres Tú: Yo soy la puerta; si alguno entra a través de Mí, se sal­vará (Jn 10,9). Viviendo tu Vida en mi vida, a través de Ti, por la puerta estrecha.
Jesús, contigo entraré en el Cielo por la puerta grande.
Propósito: adelgazar.

martes, 30 de octubre de 2018

¿Mostaza o kétchup?


En aquel tiempo, Jesús decía: ¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mosta­za que un hombre toma (Lc 13, 18)
Jesús, eso del grano de mostaza me suena a hamburguesa con mos­taza, pepinillo y mucho ketchup. Ya sabes lo mucho que me gustan las hamburguesas, sobre todo la Whooper con patatas fritas ¡Me vuelven loco! El reino de Dios (...) Se parece a un grano de mostaza… Jesús yo me imagino el Cielo como un Mc Donald’s, pero baratísimo, rodeado de las personas a las que más quiero: mis padres, mis amigos y sobre todo, contigo. ¡Qué bien se está contigo! ¡Qué nunca te deje!
Imagínate como es el Cielo. Quizá prefieras imaginarte pizzería o una bocatería de jamón.
Y añadió: –¿A qué compararé el Reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta (Lc 13, 21).
Y en el Cielo, además, me encontraré con tu Madre santísima la Virgen Santísima. Como es una gran repostera nos preparará postres exquisitos. Pedirá la colaboración de los bienaventurados para hacer huesitos de santos, y a los ángeles para elaborar pasteles de cabello de ángel... Jesús, ¡Qué bien se estará contigo en el Cielo! Jesús, ¡Qué bien se está contigo en la tierra!
Pide a Jesús que tu vivir en la tierra sea ya un anticipo de lo que te encontrarás en el cielo
Propósito: ir al cielo.

lunes, 29 de octubre de 2018

Los limpios de corazón verán a Dios


Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar (Lc13,11).
¡Pobre mujer! ¡18 años así, sin poder mirar hacia arriba, sin poder mirar a Dios, al Cielo! Jesús, que pena. Yo también encuentro gente, ami­gos, compañeros, que son como los cerditos, van siempre con la vista hacia abajo mirando cochinadas, buscando porquerías en la tele, en revistas, en internet... Andan encorvados sin poder enderezarse. Quieren pero no pueden. Pobrecitos. Aunque lo intentan no son ca­paces de mirar arriba, son esclavos de sus vicios, de sus desórdenes, quizá desde hace años.
Pide la virtud de la Sta Pureza para ti y para las personas queridas
Al verla, Jesús la llamó y le dijo: –Mujer, quedas libre de tu en­fermedad. Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha.
Ella sola no podía. No lograba enderezarse. Necesitaba de la ayuda de Jesús, de su gracia. La santa pureza la da Dios cuando se pide con humildad (Camino 118). Jesús, cuando soy humilde, cuando me dejo ayudar, cuando acudo a la confesión siempre que haga falta, es cuando me enderezo. Es entonces cuando ya puedo mirar arriba y verte: Bienaventurados los limpios de corazón porque verán a Dios... Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.
Repite muchas veces: Dame, Señor, la Sta Pureza.
Propósito: no ser cerdito

domingo, 28 de octubre de 2018

¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!


Pasa Jesús Nazareno. Entonces gritó: −¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte (Lc 18, 38-39).
Jesús, oigo voces... Como el ciego de Jericó, en mi oscuridad oigo voces a mí alrededor. Unas voces son las de los que se dicen mis ami­gos, pero en el fondo solo buscan compinches, cómplices, quieren que no hable de Dios (lo llaman supersticiones). Me dicen que me calle. Pero también oigo otras voces, las de mis amigos, los de ver­dad, los que me ponen delante de ti: Animo, levántate, que te llama. ¿A quiénes hago caso?
Jesús, a mí no me calla ni mi abuela (que, por cierto es una santa).
«Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: –«¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le contestó: – «Maestro, que pueda ver.»” (Mc 10, 49-52).
El ciego Soltó el manto…. Siempre me he preguntado ¿Cómo sería ese manto? ¿Cómo el niño de la mantita en Snoopy? ¿Qué tendría de especial? No sé pero me imagino un capote pesado y sucio, multiuso, lleno de manchas, de color indefinido y olor a humedad. Un manto asqueroso, pero era suyo y solo suyo…, estaba apegado. Era su teso­ro, −¡Mi teessssoro…! El ciego Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Para acercarse a Jesús, para poder dar el salto y ver, hay que tirar el manto, estar desprendido de lo material.
¿Cuál es mi manto?
Propósito: enterarme de quién es ese niño de la manta en Snoopy.

sábado, 27 de octubre de 2018

Un Dios que no se entiende, porque sabe más


Se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofre­cían. Jesús les contestó: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque acabaron así? (…) Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé (Lc 13, 1-2.4).
Jesús, me da alegría comprobar que estabas al día. Aquello de la torre y lo de los galileos asesinados era el tema de conversación de todos. No estabas al margen de los acontecimientos de tus contem­poráneos, como ahora tampoco estás al margen de lo que sucede: la liga del fútbol, la moda, la crisis financiera, etc.
Comenta con Jesús la noticia del día, lo que más te haya impresionado; también puede ser de fútbol.
¿Pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no (Lc 13, 4).
Jesús, ¿por qué existe el mal? ¿Por qué mueren niños inocentes? Si eres todopoderoso, ¿por qué no nos ahorras tanto sufrimiento, tanto dolor?... Es un misterio. La explicación debe ser parecida, digo yo, a cuando llevamos a mi hermano Nicolás al pediatra. Nada más ver la bata blanca se pone a llorar pues sabe lo que le espera: ¡otra vacu­na! Por mucho que se le diga que el médico es bueno, no lo entien­de. No lo puede entender. ¿No será, Jesús, que de vez en cuando me pones una vacuna?
Jesús, que no te eche la culpa de todo lo malo que pasa.
Propósito: leer el periódico.

viernes, 26 de octubre de 2018

Al mal tiempo, buena cara


En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: «Chaparrón te­nemos», y así sucede. Cuando sopla el sur decís: «Va a hacer bochorno», y lo hace (Lc 12, 54-55).
Jesús, eres un experto, lo haces mejor que el hombre del tiempo de la tele… Jesús, también en mi alma la climatología es variable y según los días me encuentro con chaparrones, tormentas, a veces huraca­nes, otras veces tiempos de bochorno, de aridez... ¡tengo de todo! Los chaparrones son las lluvias de gracia que habitualmente me con­cedes: la paz, la alegría de saberme hijo de Dios, sentir tu cercanía. Pero cuando llegan las tormentas de las tentaciones o se desatan los huracanes de mis pasiones me asusto. ¿Por qué lo permites? ¿No me arrastrará la fuerza del viento? ¿No me perderé? Tampoco me gustan nada los tiempos de sequía y de aridez. Son momentos en los que mi alma está más seca y pienso que eso de rezar no vale para nada.
Dile: al mal tiempo buena cara y al buen tiempo, mejor cara.
Si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? (Lc 12, 56).
Jesús, perfecto Dios y perfecto Hombre. Eres el Hombre del tiempo, pero sobre todo también Dios del tiempo y en cada momento envías a mi alma lo que más le conviene, aunque yo no lo entienda.
Pídele que tu ánimo no dependa de la climatología interior.
Propósito: buena cara siempre

jueves, 25 de octubre de 2018

¡Fuego he venido a traer a la tierra!


Fuego he venido a traer a la tierra, ¿y qué quiero sino que se encienda? (Lc 12, 49-53).
San Josemaría al meditar estas palabras escribía: Aún resuena en el mundo aquel grito divino: «Fuego he venido a traer a la tierra, ¿y qué quiero sino que se encienda?» -Y ya ves: casi todo está apa­gado... ¿No te animas a propagar el incendio? (Camino 801). Jesús, qué pena. Sitios, familias, personas, donde antes ardía el Fuego de tu Amor... ahora están apagados, fríos o, lo que es peor, templaditos, entibiados. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Y así, porque eres tibio, y no caliente ni frío, voy a vomitarte de mi boca (Apoc 3, 16-17). Jesús que me entere de una vez: ser cristiano supone amar ardientemente a Dios y a los demás, supone propagar el incendio.
¿Estoy tibio?... Consulta Camino 331.
En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres. (...) Se dividirán el padre contra el hijo.
Jesús, nunca pensé que esto del 3+2 ó 2+3 fuera tan evangélico. Tres contra dos y dos contra tres... Ahora, ya sin bromas, te pido, Jesús, por mi familia. Cuando me entero de familias que se rompen sufro mucho y pienso en la mía. Jesús, que en mi familia nunca haya divisiones; que mis papás se quieran de verdad; que se sepan perdonar; que yo sea buen hijo, buen hermano; que también sepa perdonar.
Rezar a diario por mi familia.
Propósito: consultar nº 311 de Camino, por si acaso.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Soy Templo del Espíritu Santo


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete (Lc 12, 39-48).
Mi alma es una casa, pero no es una casa cualquiera, es el Templo del Espíritu Santo. Jesús, que además de habitante eres el arquitecto y el decorador; has enriquecido mi alma con la Fe, con preciosas co­lecciones de virtudes, con los dones del Espíritu Santo... Los ladrones, que lo saben, merodean por los alrededores buscando por dónde entrar. Lo intentan a través de los ojos por medio de imágenes sucias; a través de los oídos cuando admito críticas o marujeos; a través de la boca cuando hablo mal de alguien. Lo intentan pero no lo consi­guen, porque el dueño de la casa está vigilante. Jesús, nunca roba­rán lo que te pertenece.
La mejor compañía de seguridad: la ayuda de tu Ángel Custodio.
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá (Lc 12,48).
Vida, salud, familia, abuelos, colegio, play station, dos piernas, ami­gos, regate, mi perro, simpatía, tu Madre Santísima... tantas cosas. Jesús, me has dado tantas cosas solo por mi cara bonita, hasta la cara bonita. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá. Y yo ¿Qué te doy?: mi ratito de oración, mi tiempo de estudio, mi ayuda en casa... ¿Qué más, Jesús? ¿Qué más te puedo dar?
Pregunta a Jesús que más le puedes dar…

Propósito: mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón.

martes, 23 de octubre de 2018

Dichoso el que espera al Amado


Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame (Lc 12, 35-36).
Cuando era pequeño, más pequeño todavía (no te rías de mi), a veces, yo y mis hermanos antes de irnos a la cama, recién bañados y con el pijama puesto, esperábamos con ilusión junto a mi mamá el regreso de papá. A veces tardaba pero no por eso nos cansábamos. Cuando oíamos el motor del carro o el ruido de las llaves, corríamos como locos a abrirle la puerta, darle besos, colgarnos de su cuello. Jesús, es así como quiero preparar mi alma cada vez que te me acer­cas en la Comunión y en la Confesión. ¡Qué ganas de estar contigo!
¿Cómo me preparo por dentro y por fuera para recibir a Jesús?
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuen­tre en vela: (...) Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos (Lc 12 37-38).
Dichosos al cuadrado o mejor elevado a la n: (dichoso)n dichosisisí­simos. Jesús, eres como las novias, te encanta hacernos esperar, nos tienes en vilo día y noche. Y cuando menos lo espero en la oración te metes a raudales en mi alma y me llenas de tus luces. ¡Ha valido la pena la espera! ¡Merece la pena esperar a Jesús!
Vete preparándote para el próximo encuentro con Jesús.
Propósito: repasar mates ¿qué es eso de elevado a la n?

lunes, 22 de octubre de 2018

Dónde está tu tesoro, allí estará tu corazón


Un hombre rico tuvo una gran cosecha. (...) Y se dijo a sí mis­mo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida» (Lc 12, 16.19).
Jesús, el papá de un amigo tiene un carrazo, un BMW último modelo. Sabes, cuando lo lava, utiliza botellas de agua mineral para, dice él, no rayar la pintura. Creo que se pasa un pelín. Lo que en el fondo le pasa es que en él se cumple aquello de Donde está tu tesoro allí es­tará tu corazón. Por eso me recuerda al hombre de la parábola. Se ha hecho esclavo de sus bienes y aunque se diga túmbate, come, bebe y date buena vida, no es capaz, pues siempre querrá tener más y más y más… ¡Qué agobio!
No dejarme esclavizar por los videojuegos, internet, móvil y demás.
Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?» Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios (Lc 12,20).
Como aquella señora sorda que preguntó en el funeral si el difunto ha­bía dejado mucho... -Todo, señora; lo ha dejado todo. Y entonces ¿de qué sirve acumular tantas riquezas? Jesús, solo merece la pena invertir en Bonos del Tesoro, pero del Tesoro en el Reino de los Cielos Amontonad en cambio tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón (Mt 6, 20-21). ¡Merece la pena!
Jesús, te nombro mi asesor financiero. ¡Máxima rentabilidad!
Propósito: no ser tan angustias.

domingo, 21 de octubre de 2018

Hágase Tú voluntad en la tierra como en el cielo


Se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir (Mc 10,35).
Jesús, me parece que los hijos de Zebedeo te han confundido con una especie de supermercado: Queremos que hagas lo que te va­mos a pedir. Queremos, ¡te exigimos!, tienes la obligación de... y si no me lo concedes, pierdo la fe, no respiro o no bautizo a mis hijos… ¡Qué absurdo! La situación se repite también ahora cuando algunos cristianos quieren comprar a Dios con sus oraciones o con su dinero. Solo les falta decir “hágase MI voluntad así en la tierra como en el cielo”. ¿Sabes, Jesús?, es que a veces no sé ni lo que quiero… Cuando se trata de elegir pizza me puedo pasar horas y luego mi hermana pequeña pide siempre una mejor.
Habla unos minutos tú con Jesús. Dile: hágase TU voluntad en mi vida.
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda» Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís» (Mc 10,36-38).
Jesús, tantas veces te pido cosas, pero en el fondo no sé ni lo que quiero ni lo que más me conviene. No sabéis lo que pedís. −Y Ud. para que reza –decía un ateo– porque por mucho que rece Dios no va a cam­biar, −No si yo cuando rezo no es para cambiar a Dios, es para que Dios me cambie a mí. Hágase TU voluntad en la tierra como en el cielo.
Dale a Jesús el cheque en blanco de tu oración. Que Él lo rellene.
Propósito: “Pizza napolitana”, es la mejor. No lo dudes…

sábado, 20 de octubre de 2018

El Espíritu Santo hablará por vosotros


Todo el que me confiese ante los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará ante los ángeles de Dios. Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios (Lc 12, 8-9)
Jesús, hay momentos en los que se me pasa por la cabeza hacerme budista, narcisista o de cualquier otra religión. Lo que sea, menos cris­tiano. ¡Cómo cuesta ser cristiano! Es cuando en mi grupo de amigos, que son muy buenos, hay alguno que se quiere hacer el gracioso y se mete con la Iglesia o el Papa. Pobrecito; lo único que hace es repetir la última tontería que ha oído en la TV. Entonces me acuerdo de la traición de San Pedro, que te negó, le encomiendo y con cariño le dejo las cosas claras, eso sí, antes de que cante un gallo.
Lo de Budista y Narcisista ni de broma: Todo lo que vale, cuesta.
No os preocupéis de cómo defenderos, o qué tenéis que de­cir, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquella hora qué es lo que hay que decir” (Lc 12, 11-12).
San Josemaría, como todos los santos, acudía mucho al Espíritu Santo pidiéndole inspiración. En la sala donde recibía las visitas hizo poner una cartela con una inscripción latina que traducida dice: “Señor, pon en mi boca palabras acertadas”. ¿Servirá también para los exámenes orales?
Señor pon en mi boca palabras acertadas y cosas ricas de comer.
Propósito: hacerme más amigo del Espíritu Santo.

viernes, 19 de octubre de 2018

No tengáis miedo


A vosotros, amigos míos, os digo: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer nada más (Lc 12, 4).
Jesús, a mí, lo que más miedo me da, son las arañas, los tiburones, los perros grandes y la oscuridad. Me pasa como aquel niño pequeño al que preguntan: - ¿Ya rezas?; - Sí, por la noche. - ¿Y por la mañana no? - No; por la mañana no tengo miedo... También me da miedo perder el autobús, perder a los amigos, suspender… Vamos, que soy un miedo­so. ¿Sabes lo que hago cuando tengo miedo?: me agarro fuerte de la mano de mis papás y se me pasa. Jesús, esto lo he aprendido de Ti: cuando en el Huerto de los Olivos sentías aquella angustia, aquel miedo tan terrible, entonces acudiste a tu Padre: ¡Abba, Padre! Le llamabas papá, papaíto y se te pasó el miedo.
Y a ti ¿qué te da miedo? Díselo a Jesús. Es el mejor quitamiedos.
¡Soy yo, no tengáis miedo! (Mc 6, 46).
Jesús, perdona la tontería, pero a veces… te tengo miedo. Me pasa como a los apóstoles en medio de la tormenta del lago cuando an­dabas sobre las aguas. Te confundieron con un fantasma y se pusie­ron a gritar. Por eso nos decía el Papa Benedito XVI: ―¡No tengáis de miedo de Cristo! ¡Él no quita nada y lo da todo! ¿Te imaginas un ham­briento con miedo a comer, o un sediento con miedo a beber, o un enfermo con miedo a tomar la medicina? Pues eso. Deja que Jesús suba a tu barca y no hay tempestad que se le resista. Jesús, ¡que no tenga miedo!, ¡qué solo tenga miedo a perderte!
Dile a Jesús que te quite los miedos.
Propósito: ser más valiente.

jueves, 18 de octubre de 2018

San Lucas. María guardaba estas cosas en su corazón


Ya que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, si­guiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fue­ron testigos oculares (Lc 1,1-3).
Jesús, San Lucas es un ¡crack! Es un hombre concienzudo, acostum­brado a ir hasta el fondo de las cuestiones. No en vano es médico, el Médico amado le llama cariñosamente San Pablo. Sus historias clíni­cas debían ser exhaustivas: ¿Alergias? ¿Pasó la rubeola?... Pero sobre todo Lucas es el Evangelista de la infancia de Jesús. Seguro que pasó largas horas escuchando a la mejor testigo ocular, María: -¿Y cómo fue lo del Ángel?... ¿Y entonces qué te dijo tu prima?... ¿Y lo de los Magos?... ¿Y qué es lo que guardabas en tu corazón? …
Como Lucas haz tú una entrevista a María: ¡cuéntaselo todo!
Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que co­nozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido (Lc 5,20).
Venga Pe-Lucas, le diría la Virgen, deja de comprobarlo todo exacta­mente y com-prueba lo rico que me ha salido este pastel. A ver, ¿qué te ha inspirado hoy el Espíritu Santo? Y el listo de Lucas leyó: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo… (Lc 1,28). Y Ella se volvió a turbar al oír esas palabras.
Recuerda a María los momentos bonitos de su vida y terminas.
Propósito: contratar al Dr. Lucas como médico de mi familia.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Lo primero es el Amor de Dios


¡Hay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! (Lc 11,42).
¿Qué es más importante, la letra o el espíritu de la letra? Es lo que les pasaba a los fariseos: se quedaban solo en cumplir la letra; eso sí, pero para que les viera todo el mundo. ¿No me pasará un poco lo mismo? ¿No seré yo también un tanto hipócrita? Si eres valiente y quieres saberlo contesta al TEST del HIPÓCRITA: a) ¿Rezo igual, aunque nadie me vea?/ b) ¿Ayudo a los demás, sin que lo noten?/ c) ¿Hago favores?/ d) ¿Alguna vez me avergüenzo de ser cristiano?/ e) ¿Ayudo al necesitado, aunque me provoque rechazo?
Jesús, ayúdame a ser muy sincero.
¡Hay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de ho­nor en las sinagogas y las reverencias por la calle! (Lc 11,43).
Jesús, he superado el primer TEST y ¡no soy Hipócrita! Pero ahora viene la 2ª parte, el TEST del FARISEO. Ánimo y contesta: a) ¿Protesto cuan­do no tengo un buen sitio en el carro, en la mesa o viendo la TV?/ b) ¿Busco que hablen de mí a toda costa?/ c) ¿Me enojo cuando nadie me llama o no cuentan conmigo?/ d) ¿Me gusta ser el perejil de todas las salsas?
Jesús, ni Fariseo ni Hipócrita… ¡Pero que no me lo crea!…
Propósito: no creérmelo.

martes, 16 de octubre de 2018

Tú eres el Hijo de Dios


Cierto fariseo le rogó que comiera en su casa. El fariseo se que­dó extrañado al ver que Jesús no se había lavado (Lc 11,38)
Aquel hombre, el fariseo no podía ser amigo de Jesús. Se dejó llevar por las apariencias, por las primeras impresiones, por la crítica. Pero lo peor era que juzgaba las intenciones, era falso. El apóstol Bartolomé alias Natanael, al principio también se dejó llevar por las primeras im­presiones: —¿De Nazaret puede salir algo bueno? (Jn 1,46). Pero no era retorcido, complicado interiormente. Reconoció su error y se ganó los elogios de Jesús: —Aquí tenéis un verdadero israelita en quien no hay doblez (Jn 1, 47). Jesús ¿Cómo soy yo por dentro? ¿Tengo doblez? ¿Por qué juzgo tanto? Ayúdame a no ser falso, hipócrita, murmurador, y a saber rectificar cuando meta la pata.
Jesús, dame tus ojos para saber mirarme.
El Señor le dijo: Así que vosotros, los fariseos, purificáis por fue­ra la copa y el plato, pero vuestro interior está lleno de rapiña y maldad”. (Lc 11,39)
Jesús, que bien conoces los corazones, no te quedas con los hechos, con las puras apariencias. Le contestó Natanael: —¿De qué me co­noces? —Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi (Jn 1,48). Me ves y te llenas de alegría porque encuen­tras un corazón limpio, sin maldad. Un corazón con ventrículos y sobre todo con aurículas, para oírte mejor en estéreo (aurícula derecha e izquierda).
Invita a Jesús a conocer tu corazón y que te hable por las aurículas.
Propósito: menos auriculares y más aurículas.

lunes, 15 de octubre de 2018

Santa Teresa. Determinada determinación

Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has es­condido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla (Mt, 11,25-26).
Jesús, hoy celebramos a una gran Santa: Teresa de Ti, Tu Teresa; Santa Teresa de Ávila o mejor, Santa Teresa de Jesús, que me gusta más. Es por aquella aparición que tuvo al pie de las escaleras del Convento de la Encarnación en Ávila. Bajaba la Santa y se encontró con un niño que le pregunta: ¿Tú quien eres? Yo Teresa de Jesús; ¿Y tú? Yo Jesús de Teresa.
Dile a Jesús que tú también, como Santa Teresa, quieres ser suyo.
Sí, Padre, así te ha parecido mejor (Mt, 11,26).
De la boca de los niños y de los santos salen grandes verdades; Santa Teresa decía: Importa mucho, y el todo, una grande y muy determina­da determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no ten­ga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo, como muchas veces acaece con decirnos: «hay peligros», «fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó», «el otro, que rezaba mucho, cayó», «hacen daño a la virtud» (Camino de perfección, cap. 21, 2).
Pide a Jesús una determinada determinación de no parar hasta llegar.
Propósito: hacerme amigo de los amigos de Jesús, de Santa Teresa.

domingo, 14 de octubre de 2018

Tú no quieres a Dios, tú solo cumples mandamientos


En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acer­có uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: –Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? (Mc 10, 17).
Jesús, acabas de bendecir a los niños de aquel pueblo. Se te hace tarde y tienes que irte. Te acompañan los lugareños, cuando de re­pente aparece el hombre-bala: se le acercó uno corriendo, se arrodi­lló…. Jesús, no sé, pero cuando considero la actitud del joven rico me parece cada vez más falsa. Sobreactúa, es teatrero. Recuerda a lo que hacen algunos delanteros para celebrar un gol: van corriendo al corner y se deslizan de rodillas sobre la hierba... ¿Pero por qué espera a que salgas de la ciudad? ¿No pudo hablar antes contigo de forma más discreta? Eso de ir corriendo y ponerse de rodillas, montar el nu­merito me parece algo forzado.
Jesús, que no haga teatro contigo y te pregunte con sinceridad.
Todo esto lo he guardado —le dijo el joven— ¿Qué me falta aún? (Mt 19, 20).
En el fondo el chico lo que buscaba era quedar bien. Está orgulloso de sí mismo, le gusta ser el centro de la atención y lo manifiesta claramen­te: ¿Cuáles?... ¿Qué me falta aún?... –Maestro, todo eso lo he cumpli­do desde pequeño. Pobre. No estaba preparado para seguir a Cristo. Es el peligro de reducir la fe a cumplir mandamiento. Jesús, sin darme cuenta yo también pretendo comprarte cumpliendo mandamientos.
Dile a Jesús que la cosa más monstruosa es un cumple-mandamientos.
Propósito: no ser un cumple-mandamientos, que sea generoso.

sábado, 13 de octubre de 2018

Habla, Señor. Tu siervo escucha


Pero Él replicó: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan (Lc 11, 28).
Jesús, me da risa cuando en la radio ahora dicen eso de radio-escuchantes y ya no usan el término radio-oyentes. Quizá se han dado cuenta de que una cosa es escuchar, poner atención, y otra oír, que es más pasivo: por un oído me entra y por otro me sale. Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios. Y, yo, Jesús en la oración ¿qué hago? ¿Te oigo o te escucho? Tú, Jesús, me dices las cosas claras, a veces muy claras, clarísimas, demasiado claras, pero… no me doy por enterado. No hay peor sordo que el que no quiere escuchar.
Dile a Jesús que quieres ser su escuchante: Jesús, estoy a la escucha.
María guardaba todas estas cosas ponderándolas en su co­razón (Lc 2,19).
Jesús es una frase que se repite mucho sobre la Virgen. Tras encontrar al Niño perdido tres días en el Templo de Jerusalén, su Madre guar­daba todas estas cosas en su corazón (Lc 11, 51). Nuestra Madre no sólo escucha la palabra de Dios, sino que también la atesoraba, la guardaba: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan (Lc 11, 28). Escuchar, guardar, atesorar, acau­dalar, considerar, custodiar, meditar, rumiar, masticar…lo que Jesús me diga.
Dile también a Jesús que quieres enriquecerte, atesorar sus palabras.
Propósito: estar a la escucha.

viernes, 12 de octubre de 2018

Virgen del Pilar, ruega por nosotros


El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado (Salmo 26).
Cuando los Apóstoles se repartieron el mundo entonces conocido, al Apóstol Santiago le tocó ir al sitio más lejano, el fin del mundo: Finis Terrae. El pobre Apóstol, desanimado, lloroso, repetía a orillas del Ebro: -¡Qué brutos son los hispanos, pero qué brutos…! No hay manera; si lo sé, no vengo. Y en esto, recibe la visita de la Virgen, que desde lo alto de un pilar, de una columna -la Virgen del Pilar-, le anima: -Hijo del Trueno, sigue, no te canses de mis hijos hispanos; que lo que tienen de brutos lo tienen de buenos. Y por eso estamos aquí tú y yo, muy brutos, pero en el fondo muy buenos.
Dale las gracias al Apóstol y proponte ser algo menos bruto.
Pero Él replicó: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan (Lc 11, 27-28).
Hoy es la fiesta de la Virgen del Pilar. En esa tierra de Aragón, los niños aprenden a decir: Virgen del Pilar, antes morir que pecar. ¡Me atrevo a decirle eso a la Virgen?
Dile a la Virgen, pero de verdad: Virgen del Pilar, antes morir que pecar.
Propósito: Decirle muchas cosas bonitas a la Virgen.

jueves, 11 de octubre de 2018

Quien no se ríe de sí mismo nunca será una persona seria


¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará un piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? (Lc 11, 5-13).
Jesús, me encanta y divierte tu buen humor. Sabías des-dramatizar y reírte de las situaciones, ¡no de las personas! Usabas imágenes gra­ciosas, como aquella otra al entrar en Jerusalén: Si estos callaran, las piedras darían gritos… (Lc 19,40). ¿Contabas chistes? ¿Sabías imitar? Seguro que sí, para hacer reír a alguno de tus serios apóstoles que a veces se lo tomaban todo muy en serio, o es que quizá estaban un poco cansados…
Jesús ¿Quieres que te cuente un chiste? Aunque no da tanta risa, no te importa ¿verdad?
Hombres de Galilea, ¿Qué hacéis mirando el Cielo (Act 1,11)
¿Y los ángeles, tienen buen humor? Parece que sí. Como el chiste: ¿Por qué siempre ríen los Ángeles en el Cielo? –Por la Gracia de Dios. ¡Como para no estar contentos! Después de la Ascensión, unos án­geles burlones fueron a despertar a los apóstoles que se habían que­dado con cara de susto. Hombres de Galilea, ¿Qué hacéis mirando el Cielo ¿Y los santos? También tienen buen humor (condición sine qua non): Un santo triste es un triste santo (San Francisco de Sales); Dame, Señor, el sentido del humor; dame el saber reírme de un chiste (Sto Tomás Moro); Solo contaba con 26 años, gracia de Dios y buen humor… (San Josemaría).
Jesús: dame buen humor, que no me tome demasiado en serio.
Propósito: tener buen humor.