jueves, 11 de octubre de 2018

Quien no se ríe de sí mismo nunca será una persona seria


¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará un piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? (Lc 11, 5-13).
Jesús, me encanta y divierte tu buen humor. Sabías des-dramatizar y reírte de las situaciones, ¡no de las personas! Usabas imágenes gra­ciosas, como aquella otra al entrar en Jerusalén: Si estos callaran, las piedras darían gritos… (Lc 19,40). ¿Contabas chistes? ¿Sabías imitar? Seguro que sí, para hacer reír a alguno de tus serios apóstoles que a veces se lo tomaban todo muy en serio, o es que quizá estaban un poco cansados…
Jesús ¿Quieres que te cuente un chiste? Aunque no da tanta risa, no te importa ¿verdad?
Hombres de Galilea, ¿Qué hacéis mirando el Cielo (Act 1,11)
¿Y los ángeles, tienen buen humor? Parece que sí. Como el chiste: ¿Por qué siempre ríen los Ángeles en el Cielo? –Por la Gracia de Dios. ¡Como para no estar contentos! Después de la Ascensión, unos án­geles burlones fueron a despertar a los apóstoles que se habían que­dado con cara de susto. Hombres de Galilea, ¿Qué hacéis mirando el Cielo ¿Y los santos? También tienen buen humor (condición sine qua non): Un santo triste es un triste santo (San Francisco de Sales); Dame, Señor, el sentido del humor; dame el saber reírme de un chiste (Sto Tomás Moro); Solo contaba con 26 años, gracia de Dios y buen humor… (San Josemaría).
Jesús: dame buen humor, que no me tome demasiado en serio.
Propósito: tener buen humor.