Todo el que me
confiese ante los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará ante los
ángeles de Dios. Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado
delante de los ángeles de Dios (Lc 12, 8-9)
Jesús, hay momentos en los que se me pasa por la cabeza hacerme
budista, narcisista o de cualquier otra religión. Lo que sea, menos cristiano.
¡Cómo cuesta ser cristiano! Es cuando en mi grupo de amigos, que son muy
buenos, hay alguno que se quiere hacer el gracioso y se mete con la Iglesia o
el Papa. Pobrecito; lo único que hace es repetir la última tontería que ha oído
en la TV. Entonces me acuerdo de la traición de San Pedro, que te negó, le
encomiendo y con cariño le dejo las cosas claras, eso sí, antes de que cante un
gallo.
Lo
de Budista y Narcisista ni de broma: Todo lo que vale, cuesta.
No os preocupéis de
cómo defenderos, o qué tenéis que decir, porque el Espíritu Santo os enseñará
en aquella hora qué es lo que hay que decir” (Lc 12, 11-12).
San Josemaría, como todos los santos, acudía mucho al Espíritu
Santo pidiéndole inspiración. En la sala donde recibía las visitas hizo poner
una cartela con una inscripción latina que traducida dice: “Señor, pon en mi
boca palabras acertadas”. ¿Servirá también para los exámenes orales?
Señor
pon en mi boca palabras acertadas y cosas ricas de comer.
Propósito: hacerme
más amigo del Espíritu Santo.