El niño Jesús se quedó en
Jerusalén, sin que lo advirtiesen sus padres (…) Al verlo se maravillaron, y le
dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira cómo tu padre y yo, angustiados,
te buscábamos (Lc 2, 43.48).
Vaya susto
que les diste a María y a José. Yo, como no soy Dios, no puedo hacer esas
cosas, y siempre he de avisar si me retraso o cambio de plan, además siempre
llevo encima el celular. Tú, Jesús, lo hiciste para recordarles tu misión en la
tierra. La Virgen no lo entiende, pero te lo pregunta, Ella hacía siempre
oración, hablaba contigo para entender.
u Pregunta a Jesús lo que
no entiendas y pídele ayuda para dar alegrías a María.
Y él les dijo: ¿Por qué me
buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre?
(…) Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón (Lc 2, 49.51).
¡Cuántas
cosas aprendiste aquel día, Virgen Santísima! Fuiste entendiendo poco a poco,
un día lo viste todo claro cuando Jesús hecho ya un hombre se fue a predicar, a
realizar milagros… y aunque te gustaba locamente tenerlo en Nazaret no le
armaste pleito cuando te dijo que se iba, es más estuviste en las Bodas de Caná
que fue su presentación en sociedad. ¡Qué pena me dan esas mamás que no dejan
que sus hijos hagan locuras por Dios! “Es pequeño, no conoce mundo…” dicen… y no
saben que lo importante es lo que Dios pide a cada corazón.
u María ¿qué guardo yo en
mi corazón?
Propósito:
Abrir el corazón a la voluntad de Dios.