lunes, 1 de junio de 2015

Cultivar el trato con Dios

Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un la­gar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje (Mc 12, 1).
Jesús, el Evangelio de la Misa me recuerda una historia: Se decía de un hombre con fama de muy rico que, entre sus posesiones y fincas, tenía escondido un tesoro enorme, pero que nadie sabía dónde estaba enterrado. Cuando le llegó el momento de encontrase con su Creador, antes de fallecer, reveló a sus hijos (que eran unos grandes haraganes) el lugar del famoso tesoro. Resulta que se encontraba en una lejana viña que, por mucho tiempo, había estado descuidada. Allá fueron los hijos y empezaron con machetes a limpiar la viña. Después de quitar la maleza empezaron hacer hoyos con unas palas pero no encontraron absolutamente nada…
u Aquellos muchachos sólo trabajaron por interés, y yo ¿trabajo por amor o por interés? Háblalo con Jesús.
Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en un fértil collado. La entrecavó, la descantó y plantó buenas cepas (…) Y esperó que diese uvas (Is 5. 1-7).
Sigo con la historia: Desanimados y cansados se dieron por vencidos. Quizá, pensaron, todo fuera una broma de su padre. Pero, al poco tiem­po, con toda la dedicación que pusieron en cavar, descubrieron que esa viña daba unas uvas bárbaras y de ellas sacaron un vino excelente. ¡Este era el tesoro… la viña y las uvas!
u ¿Cultivo en mi corazón buenas uvas (amistades, ideales, aficiones)?

Propósito: Pedir un corazón con buenas uvas.