jueves, 27 de abril de 2017

Cantaré tus alabanzas, Señor

El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla (Jn 3, 31).
Jesús, y yo, ¿de qué hablo? ¿Cuál es el tema de mi conversación?, ¿con mis amigos, en clase, de qué hablo?El que es de la tierra, de la tie­rra es y de la tierra habla ¡Qué vergüenza me da reconocerlo, Jesús!: Resulta que no es que hable de la tierra, sino del estiércol; hablo de la última cochinada de la televisión, del último chisme... Y, para no que­darme atrás, también yo echo leña al fuego... Otras veces escucho, y mi silencio me hace cómplice de tanto chisme. Jesús, y pensar que Tú ¡lo oyes todo! Nunca más Jesús. Si no es para hablar bien, mejor calladito.
Jesús, que siempre mis comentarios y palabras sean limpios.
El que viene del Cielo está sobre todos y da testimonio de lo que ha visto y oído (Jn 3, 31).
Jesús, no quieres que esté callado, sino todo lo contrario. Prepárate boca, prepárense cuerdas vocales, porque se van a enterar. Jesús, quiero hablar mucho de ti, mucho. No solo hablar, sino también cantar. Que todos mis amigos, mi familia, mis compañeros se enteren de la ale­gría que me llena el alma. Voy a hablar hasta quedarme afónico, como Tú, Jesús mío, que das testimonio de lo que has visto y oído (Jn 3, 31).
Hablar de Jesús hasta perder el habla y después por señas o por escrito.

Propósito: no ser tan chismoso.