sábado, 1 de abril de 2017

Cinco minutos de Evangelio, por lo menos

Unos decían: Este es verdaderamente el Profeta. Otros: Este es el Cristo. En cambio, otros replicaban: ¿Acaso el Cristo viene de Galilea?
Jesús, si me paro a pensar a mucha gente que me sirve a mí. Por ejem­plo, cuando llego al colegio, siempre encuentro el aula que está limpia, los pasillos están limpios. Son muchas personas que trabajan para que yo me lo encuentre todo limpio. Jesús, ellos, quizá sin darse cuenta son Cristo. Son como Tú, que no has venido a ser servido, sino a servir.
¿Soy agradecido con toda la gente que me sirve?
¿Por qué no le habéis traído? Respondieron los alguaciles: Jamás hombre alguno habló así. (Jn 7, 45-46).
Jesús, ¡qué bien hablabas! Los que te oían se quedaban boquiabier­tos, embelesados, escuchándote: ¡Más, más… otros cinco minutos más porfa..! ¡La de la oveja perdida! ¡La del hijo pródigo! ¡Maestro, la última parábola! Jesús, Tú eres el Verbo hecho carne, eres La Palabra encar­nada y los Evangelios son La Palabra encuadernada, por eso cada día, después de leerlos, los beso, te beso a Ti.
¿Leo todos los días el Evangelio?

Propósito: Ser agradecido y leer el Evangelio.