miércoles, 12 de abril de 2017

Miércoles Santo. Jesús, vales más que todo el oro del mundo

Entonces, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue don­de los príncipes de los sacerdotes, y dijo: ¿Qué me queréis dar a cambio de que os lo entregue? Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata (Mt 26, 14-16).
Jesús, ¡qué mal negocio hizo Judas! ¡Qué estafa! ¡Le han engañado! También a mí el demonio me quiera estafar. Como dice San Josemaría: El mundo, el demonio y la carne son unos aventureros que, aprovechán­dose de la debilidad del salvaje que llevas dentro, quieren que, a cam­bio del pobre espejuelo de un placer —que nada vale—, les entregues el oro fino y las perlas y los brillantes y rubíes empapados en la sangre viva y redentora de tu Dios, que son el precio y el tesoro de tu eternidad (Camino 708).
Habla tú con Jesús y dile que nunca te dejarás estafar por el demonio.
Y mientras comían dijo: En verdad os digo que uno de voso­tros me va a traicionar. Y, muy afligidos, comenzaron cada uno a decirle: ¿Acaso soy yo, Señor? (Mt 26, 22).
Jesús, los Apóstoles se quedan muy tristes por tu anuncio de traición. Te quieren de verdad, como yo. Lo han dejado todo para seguirte, ¿¡cómo yo!?... Pero admiten humildemente la posibilidad de traicionarte, se sien­ten débiles, capaces de lo peor. Jesús, yo también soy capaz de todos los errores y de todos los horrores. Que sea humilde.
Pregunta a Jesús: ¿Acaso soy yo, Señor…? Y aguanta su mirada.

Propósito: Que mi vida no sea para Jesús una historia de miedo.