sábado, 15 de abril de 2017

Sábado Santo. Jesús, prometo nunca dejarte

José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque oculta­mente por temor a los judíos, rogó a Pilato que le dejaran re­tirar el cuerpo de Jesús. Y Pilato se lo permitió. Vino, después, y retiró su cuerpo. Nicodemo, el que había ido antes a Jesús de noche, vino también trayendo una mezcla de mirra y áloe, como de cien libras (Jn 19,38).
Jesús, mi buen Jesús, ¿qué te han hecho? Tengo un nudo en la gar­ganta. No puedo vivir sin tu mirada, ni tu sonrisa, sin oír tu voz ni tu risa. Hoy seré valiente e iré con Nicodemo y con José de Arimatea a pedir tu cuerpo muerto a Pilato. Me pasaré, junto a tu Madre, el día velándo­te, contemplando y besando tus heridas. En la hora de la soledad, del abandono total y del desprecio. Jesús, que sea valiente, que siempre dé la cara por ti.
Ante el cuerpo muerto de Jesús promete que nunca le dejarás.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos, con los aromas, como es costumbre sepultar entre los judíos (Jn 19).
Con San Josemaría: Yo subiré con ellos al pie de la Cruz, me apretaré al Cuerpo frío, cadáver de Cristo, con el fuego de mi amor..., lo desclavaré con mis desagravios y mortificaciones..., lo envolveré con el lienzo nuevo de mi vida limpia, y lo enterraré en mi pecho de roca viva, de donde nadie me lo podrá arrancar, ¡y ahí, Señor, descansad! Cuando todo el mundo os abandone y desprecie..., serviam!, os serviré, Señor.
Hoy no dejes sola a la Virgen. Espera con ella la Resurrección…

Propósito: Cumplir mis promesas.