sábado, 8 de abril de 2017

Jesús, eres la Verdad, de verdad de la buena

Muchos, al ver lo que había hecho Jesús, (la resurrección de Lázaro) creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús (Jn 11, 46).
Jesús, que curioso, ante un mismo hecho dos reacciones opuestas: unos creen y otros te acusan. Es lo mismo que pasa ahora... Como dice un filósofo: Dios actúa en el claroscuro, de modo que hay bastante luz para quien quiere ver, y bastante oscuridad para quien no quiere ver. No es tanto la luz sino las disposiciones interiores. Jesús, tengo amigos que me preguntan por qué ahora no hay milagros espectaculares como los de antes… Yo les digo que hay pero que ellos no los ven: el milagro de un amanecer, una nueva vida, una confesión, entregar la vida entera a Dios…
Cuenta a Jesús el último milagro que hayas vivido. Agradéceselo.
Este hombre hace muchos signos. Si le dejamos seguir, to­dos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán (Jn 11,47).
¡Qué mal! En vez de buscar la verdad piensan solo en su comodidad, en lo que más les convenga. Se cumple lo de San Pablo a los Romanos: hombres que tienen aprisionada la verdad en la injusticia (Rm 1,18). Cuando se violenta la verdad todo vale. Jesús, que siga el consejo del poeta: “¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”.
El que busca con sinceridad la Verdad acaba encontrando a Cristo

Propósito: buscar la Verdad, de verdad de la buena.