Entonces
se puso a reprochar a las ciudades donde se habían realizado la mayoría de sus
milagros, porque no se habían convertido (Mt 11, 20).
Esos habitantes de esas
ciudades se lo ganaron. Mira, Jesús, vieron tanto milagro tuyo, oído tus
enseñanzas y ni así se convirtieron. Yo al menos voy dando pasitos, aunque
pasitos de bebé gordito y mimado, y miedoso. Pero los voy dando. Jesús, que no
me contente con dar pasitos, que dé zancadas, y corra detrás de ti.
¿Qué
pasos, zancadas o corrida te está pidiendo Jesús?
¡Ay
de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran
realizado los milagros que han sido hechos en vosotras, hace tiempo que habrían
hecho penitencia en saco y ceniza (Mt 11, 21).
Ay. Ay. Ay. Jesús, que yo
nunca te saque estos lamentos. Quiero ser de los que te dan alegrías y no
tristezas. Quiero ir al paso de Dios y no arrastrado, quejándome, chillando y
de mala cara. Quiero ir al paso de Dios sonriendo, silbando y cantando. Y dar
mucho fruto de apostolado, de trabajo santificado, de sembrar paz y alegría en
mi familia. Que me saque los miedos que me hacen ir a mi paso. Que aprenda a
confiar en Ti y a obedecerte.
Del dicho al
hecho hay mucho trecho. Concreta con Jesús lo que te pida.
Propósito:
ir al paso de Dios