Se
confabularon contra Jesús para acabar con él. Al saberlo, Jesús se retiró de
ahí. (Mt 12, 14).
Por qué los fariseos odian a
Jesús. Ha curado enfermedades, ha dado la vida a muertos, y aun así, lo quieren
matar. ¿Cómo perdieron la capacidad de ver todo el bien que Jesús hace? A lo
mejor, su amor propio. Jesús, cuando nos ponemos a pensar sólo en nuestro
beneficio, en cómo salir ganando, terminamos ciegos. No vemos lo bueno de los
demás, sólo lo malo. Nos volvemos criticones. Nadie es perfecto.
¿Has
criticado a alguien últimamente?, ¿no tendrá también algo bueno esa persona?
No
discutirá ni gritará; no se oirá en las plazas su voz. No romperá la caña
resquebrajada ni apagará la mecha que apenas arde, hasta que haga triunfar la
justicia. En él pondrán las naciones su esperanza (Mt 19, 21).
Decía un experto en cine que
algunas películas recientes abusan de los efectos especiales. Como si nada, se
destruyen ciudades enteras. Cuando uno critica pasa igual: un comentario, un
gesto, hace grandes destrozos, aunque vaya bien intencionado. Jesús, tu ni
siquiera rompes la caña resquebrajada. Con razón dice el Papa Francisco que
construir la paz es algo artesanal, que se logra poquito a poquito.
Como dice san
Josemaría “Si no puedes alabar, cállate”
Propósito:
callarme y alabar