jueves, 30 de abril de 2020

En mis ojos no ha parado de llover


Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron (Jn 6,50).
Jesús, a mí lo que me gusta de verdad, lo que consumo con avidez es el otro Maná, el grupo de rock mejicano: Desde que te perdí / la luz se ha puesto muy mojada / mirada triste está nublada / Y en mis ojos no ha parado de llover. Te parecerá una tontería, pero me recuerda lo mal que se está sin Ti, cuando te pierdo por el pecado. Solo y ya sin ti / Me tienes como un perro herido / Me tienes como un ave sin su nido / Estoy solo como arena sin su mar.
Pregúntate: ¿En alguna ocasión pierdo a Jesús? ¿Me duele perderle?
Éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre (Jn 6,51).
Jesús, como en la canción te pregunto: Dime que faltó, dime que so­bró, dime que pasó / Pero dime algo, pues me estoy muriendo. Y en la oración me respondes que me faltó valentía, me sobró egoísmo, y por eso, pasó… lo que pasó. ¡Qué mal se está sin Ti! ¡No se puede vivir sin Dios! Y vienen las lágrimas del arrepentimiento: Sigue lloviendo, le sigue lloviendo al corazón / Y en mis ojos no ha parado de llover. Bien puri­ficado por la Confesión me acercaré al Pan del Cielo, a la Eucaristía.
Jesús, tú en la Eucaristía, eres el mejor Maná.
Propósito: comulgar más a menudo.