lunes, 20 de abril de 2020

Me esperaba quien yo sabía, en donde nadie parecía


“Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche” (Jn 3, 1).
Jesús, a Nicodemo le gustaba la noche, como a mí que soy bastan-te noctámbulo y bastante Nicodemo… Me encanta la magia de la noche dónde todo es posible. Y cuando a otros les da por irse de parranda, (virrée) yo, a veces voy a verte de noche, a la Adoración Perpetua, como Nicodemo, y te adoro. ¡Desvelándome contigo arre­glando el mundo…! Nadie te interrumpe, el silencio es más profundo, me hablas más cerca del corazón. Hay que hacer horas extras, me dices: por los que no rezan, por los que no creen, por los que no te conocen.
Dile que no piensas perder oportunidad de hacer Vela nocturna.
“El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3, 8).
San Juan de la Cruz es otro Nicodemo y nos cuenta sus parrandas En una noche os¬cura, / con ansias, en amores inflamada, / ¡Oh dichosa ventura! / salí sin ser notada, / estando ya mi casa sosegada. // En la noche dichosa / en secreto que nadie veía / ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía, / sino la que en el corazón ardía. // Esta me guiaba / más cierto que la luz del mediodía, / donde me esperaba / quien yo bien me sabía, / en parte donde nadie parecía.
Sácale juguillo a la poesía de San Juan. Dice mucho….
Propósito: ser Nicodemo, y apuntarme a la próxima Vela.