miércoles, 29 de abril de 2020

Hágase tu voluntad


He bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no se pierda nada de lo que me dio (Jn 6, 35-40).
Jesús, mi madre cuando era pequeño me llamaba El Rey de la Casa. Tanto repetirlo que al final me lo acabé creyendo y ahora me he con­vertido en El Tirano de mi Familia: ¡Hay de aquel que me lleve la contra­ria! ¡Hay de aquella que no haga mi voluntad!... Jesús: Ayúdame a no ser tan déspota con mis hermanos, ni tan mandón con mis amigos, ni opresor de mi mascota, ni totalitario con mis papás. ¡Destrona de una vez al tirano de mi yo! Jesús: hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo, no mi voluntad.
Desenmascara al tirano opresor que hay en ti y en su lugar pon a Jesús.
Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día (Jn 6,40).
En un Santuario de la Virgen, a la entrada, había un libro de firmas donde los peregrinos ponían lo que les brotaba de su corazón. En plan curioso leí y me llamó la atención una escritura que decía: ¡Señor! No entiendo nada pero en ti confío, ¡Ayúdame!
Termina diciendo a Jesús: Hágase tu voluntad.
Propósito: considerar la posibilidad del tiranicidio de mi yo.