sábado, 10 de septiembre de 2011

El riego de la pureza


Porque no hay árbol bueno que dé mal fruto, ni tampoco árbol malo que dé buen fruto (Lc 6, 43).
Muchas veces, Jesús, se oye por ahí que lo que vale es la intención con que uno hace las cosas. Pero al leer esto, me doy cuenta que Tú nos pides frutos, obras buenas, no sólo intenciones. San Josemaría en Camino escribió: “La caridad es la semilla que crecerá y dará frutos sabrosísimos con el riego, que es la pureza” (119). Puesto que yo deseo dar buenos frutos, quiero tener ese riego que es la pureza. ¡Que tenga la valentía de huir de las ocasiones de pecado! Jesús, que nunca me ponga a tontear con las tentaciones de dar un click, en la web, de más, a estar borderline en conversaciones o chistes con los amigos, a ir al cine sin antes averiguar qué están dando, a bailar mal, a leer “noticias” de “farándula”, etc.
u  Cuéntale a Jesús en qué ocasiones te peligra el riego de la pureza.
El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas, y el malo de su mal saca cosas malas (Lc 6, 45).
Parece mentira, Jesús, que hoy en que mucha gente se queja de la violencia y de los desenfrenos, tantos no entienden que el mal no está fuera sino dentro de cada uno. Hay cosas que uno no puede disfrazar, o se es limpio por dentro o no se es. Jesús, que no me deje arrastrar por la ola de impureza, y si me por desgracia me jala, que grite al salvavidas de la costa, que me confiese del tirón. Y que no me conforme con estar limpio, sino que asalte las barcas de mis amigos para ayudarles.
u  Repite despacio la oración “Comunión Espiritual”.
Propósito: Operación “ABORDAJE” con los amigos.