viernes, 2 de septiembre de 2011

Velas


Nadie pone a un vestido viejo una pieza cortándola de un vestido nuevo, porque entonces, además de romper el nuevo, la pieza del vestido nuevo no le iría bien al viejo (Lc 5, 36).


Me parece entender, Jesús, que no es bueno tener en el alma cosas viejas –malos hábitos– junto a cosas nuevas –buenos hábitos–. Porque tarde o temprano lo nuevo acaba rompiendo y todo se echa a perder. Lo cierto es que lo entiendo. Desde que he empezado a tratarte más, he ido incorporando nuevos hábitos a mi vida –hacer un rato de oración, confesarme y comulgar con frecuencia– pero todavía persisten cosas malas. En pocas palabras me parece que en mi alma tengo una vela encendida a Ti y otra al cachudo. ¡Quiero tener encendida sólo tu vela!

  • Habla con Jesús sobre las dos velas.

Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; pues entonces el vino nuevo reventará los odres, y se derramará, y los odres se perderán (Lc 5, 37).


Jesús, siguiendo con los de las velas, me doy cuenta que tener encendida una vela al diablo es dejarme llevar por el malhumor, la pereza, el desenfreno en las fiestas, andar borderline en la web, hacerme el desentendido cuando un amigo hace una burrada, etc. Y por eso no acabo de lanzarme al abordaje de barcas, como hablábamos ayer. Y en otros momentos me reviento, es decir caigo ruidosamente en pecados, como los odres viejos. Y el vino nuevo de la gracia lo acabo derramando.

  • Concreta cómo apagar la vela de las tinieblas.

Propósito: Ser pirata y no andar encendiendo velas.