miércoles, 28 de septiembre de 2011

Fortaleza


Mientras iban de camino, uno le dijo: Te seguiré adonde quiera que vayas (Lc 9, 57).
Aquí se cumple lo que le gusta decir a mi abuela, Jesús, que del dicho al hecho hay un buen trecho. Aquel muchacho, supongo que era un muchacho, muy seguro de sí mismo te decía que te iba a seguir. Pero, luego a la hora de la verdad le dio miedo y se fue. Yo no lo debería de criticar, Jesús, porque a mí me pasa igual. Cuando estoy exaltado te digo que haré lo que Tú quieras, pero luego se me mete la pereza o una tentación y te abandono. Ten paciencia con migo, Jesús. Dame la gracia de ser constante en los propósitos que saco de estos ratos de oración.
u  Sigue pidiendo fortaleza para ser constante en los propósitos.
Jesús le dijo: Nadie que pone su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios (Lc 9, 62).
Esto lo he entendido porque me lo explicó mi papá. Me decía mi papá que te refieres a aquellas personas que empiezan hacer algo bueno pero van lamentándose o quejándose de tener que hacer aquello que es bueno. Yo soy parecido. Cuando tengo un propósito y se me ha pasado la emoción, voy rezongando por ahí. La verdad, Jesús, es que soy bastante quejón y aguado como gelatina fuera de la refri. Ayúdame a ser fuerte y constante, que no deje los propósitos tirados.
u  Habla con Jesús sobre los últimos propósitos que has dejado sin cumplir.
Propósito: Pedir fortaleza.