Me sorprenden, Jesús, las innumerables ocasiones en que el Evangelio nos cuenta que Tú no tenías miedo al qué-dirán. Tú sabías bien que aquellos hombres te seguían sólo para ver en qué te podrían criticar, pero eso no te echas para atrás y curas a aquel enfermo. A mi, Jesús, muchas veces me puede lo que vaya a decir Vicente y el resto de la gente. Por ejemplo, si en clase alguno de mis compañeros se pone a relinchar, es decir se pone hablar burradas o marranadas, yo me hago el desentendido, el sueco o ruso. ¡Que sea granjero y no animal de granja! ¡Que no sea “Vicente” que va siempre donde va la gente.
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Y mirando a su alrededor a todos ellos, dijo al hombre: Extiende tu mano. Lo hizo, y su mano quedó curada (Lc 6, 11).
Este milagro me gusta mucho por lo que viene después. Aquel hombre, Jesús, quedó curado y una nueva vida llena de posibilidades se abrió ante sus ojos. Era capaz de volver a trabajar, dejó de ser un lisiado y de vivir de la limosna. Jesús, que me dé cuenta del bien que puedo hacer a los demás cuando venzo el miedo al qué dirán. ¡Que sea valiente!
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Propósito: Ser dueño de la granja y no parte de la granja.