martes, 30 de julio de 2019

Cara de vaca


Sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la ciza­ña del campo”. (Mt 13, 36).
Los discípulos son humildes y no tiene pena de preguntar lo que no entienden. Otro quizá hubiera puesto cara de inteligente, aunque no captara nada, o como dicen, ponen “cara de vaca”: ojos como pla­tos, mirada perdida y boca entreabierta. Cuántas cosas se pierden cuando no se es humilde. Yo no quiero perderme tus enseñanzas, Jesús. Quiero captar hasta el porqué de los detalles más pequeños. Voy a levantar más la mano cuando esté contigo, Jesús.
Más vale un instante de vergüenza que una vida de ignorancia.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su reino a todos los que fueron causa de tropiezo y a los mal­va-dos, y los echarán al horno de fuego. Allí llorarán y les rechinarán los dientes. (Mt 13, 41-42).
La ignorancia es atrevida, dice el refrán. Mucha gente hace el mal por ignorancia. Jesús cuando estaba en la cruz, pidió a su Padre que perdonara a los que lo crucificaban porque “no sabían lo que ha­cían”. Por no preguntar uno puede convertirse en causa de tropiezo. En cambio, cuando se sabe preguntar lo que no se entendió, se hace mucho bien a los demás. Quizá por eso me peleo a veces con mis papás. No pregunto el porqué de las cosas que me indican, y sólo las juzgo de injustas.
Si no entiendes, pregunta, así obedeces más rápido y mejor.
Propósito: preguntar antes de juzgar.