“Se le acercó un
escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas». Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no
tiene donde reclinar la cabeza». (8, 19-20)
Entusiasmo.
Ilusión. Emoción. Estar animado. Estar lleno con ganas o andar con ganas. Estás
y muchas otras son las frases que usamos para expresar que por fin ha llegado el
momento de tomarse en serio algo. ¿Y cuando las ganas se vayan? ¿Y cuando se
apague la ilusión, la emoción o los ánimos? ¡Todo se viene abajo! Yo no quiero
seguirte de esa forma, Jesús. Quiero ser de los que está ahí llueve, truene o
relampaguee. Pero ya sabes cómo soy. Así que, mi fortaleza, mis ganas, mi
ilusión, mis ánimos, tienes que ser tú.
Dile a María que sea ella tu fortaleza.
“Otro, que era de
los discípulos, le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre».
Jesús le replicó: «Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus
muertos».” (Mt 8, 21-22)
“Que
los muertos entierren a sus muertos”. Son palabras duras, Jesús. No lo puedes
negar. A veces, cuando las personas hablan así, así de duro, me asusto un poco.
No sé si es porque me he mal acostumbrado a tomármelo todo en broma. Soy algo
irreverente, sabes. La falta de respeto y el chiste, justo en el momento en que
el profesor está viendo para otro lado, es mi especialidad. Ya me lo dijo
varias veces mi mamá, mi papá, mi hermana, y hasta el perro. Bueno, no. El pero
no me ha dicho nada. El asunto es que te voy a tomar más en serio, Jesús.
Ve pensando en qué puedes tomar más en serio a Jesús.
Propósito: tomarme en serio hasta al perro.