Un día Jesús estaba
orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a
orar” (Lc 11, 1)
Llevo
ya varios meses usando este librito. Mi intención, Jesús, es aprender a hacer
oración. Me han explicado que la oración es hablar contigo, y que la lectura
de estos textos es sólo una ayuda, algo que facilita tener un tema para hablar
contigo. Pero, además de la lectura de este texto, yo quería pedirte Jesús me
seas mi profesor privado de oración. Quiero aprender a hablarte con confianza,
como a un amigo, como a un hermano.
Cuando no sepas cómo hacer oración, te puede servir el consejo
de san Josemaría “en cuanto comiences a decir: “Señor, ¡que no sé hacer oración!
...”, está seguro de que has empezado a hacerla” (Camino n. 90)
“Pidan y se les
dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá; porque quien pide recibe,
quien busca encuentra, y al que toca se le abre” (Lc 11, 9-10).
De
chiquito, cuando acompañaba a mi mamá al super, le pedía de todo. Ella me
regañaba y me decía que no fuera tan “pidón”. Un día me enojé y le dije que
ella era igual, porque a cada rato andaba diciendo “encomendémoselo a Dios”,
así que ella era también una “pidona”. Mi mamá, como me quiere mucho, se rio y
me dijo: con Dios se vale ser pidón, pero con el tiempo, aprenderás a saber qué
cosas valen la pena pedírselas.
¿Cuántos milagros te ha hecho Jesús o la Virgen? Pide más.
Propósito: volverme “pidón”.