domingo, 7 de julio de 2019

Melindrez Pipirisnais


Cuando entren en una casa, digan: “Que la paz reine en esta casa”; si allí hay gente amante de la paz, el deseo de la paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá (Lc 10, 5-6).
Creo que en mi casa hay paz. Aunque a veces, no lo puedo negar, nos peleamos. Bueno, me -osea yo- peleo. Antes pensaba que eran los demás los que empezaban, porque está uno tranquilo viendo tele, o jugando en el Play, y viene alguien interrumpir para pedir un favor, y ahí comenzaba el pleito. Ahora veo claro que eso no está bien. La paz de una familia vienen cuando se sirven con cariño unos a otros.
Quizá para dar más paz, necesitas pensar menos en ti y tus cosas.
Quédense en esa casa, coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman de lo que les den (Lc 10, 7-8).
Eso de “coman lo que les den” me recuerda mucho a mi mamá. Ayer justo, tuvimos un pleito porque yo no me quería comer la verdura. Ella me decía “uno se tiene que comer lo que le den”; y como yo seguía encaprichado, me dijo “ya pareces de la familia Melindrez Pipirisnais por melindroso”. Mi mamá siempre me dice que comerselo todo es una señal de agradecimiento, en primer lugar contigo, Jesús, porque nos das alimento; luego, con las personas que lo prepararon y quie­nes han trabajado para conseguir esa comida.
Sigue contándole sobre tus melindres y caprichos.
Propósito: comerme lo que me sirvan.