Yo soy la vid verdadera
y mi Padre es el labrador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y
todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto (Jn 15, 1-2).
Vuelve aparecer este
evangelio donde hablas de cultivar el alma. Jesús, me doy cuenta que tú
trabajas duro para que mi alma sea un jardín, un campo labrado, y por eso
esperas fruto de mí. Pero, ¿qué frutos doy? A veces me contento con sólo tener
buenas intenciones y nada más. A mi papá le contaron una historia de unas niñas
que estaban jugando, y una de ellas iba corriendo y no se fijo que una puerta
de vidrio estaba cerrada. No sólo se estrello si no que la atravesó y se hirió
en varias partes de su cuerpo. Las amigas al verla tirada y sangrando
reaccionaron de manera increíble, una se quitó el escapulario y se lo puso a su
amiguita herida. Mi papá me contaba esto diciendo que en un momento difícil las
niñas reaccionaron con lo que llevan por dentro, con verdadero amor a Dios. Al
final todo quedó en un buen susto y unas heridas.
u
Y yo, ¿qué llevo por dentro?
Permaneced en mí y yo en
vosotros (Jn 15, 4).
Santa María estamos en
mayo y yo quiero dar mucho fruto, no me quiero quedar a medias o sólo con
buenas intenciones. He oído decir que en este mes de mayo muchas personas se
deciden a entregarse por completo a Jesús, pero yo soy un miedoso y un codo. Yo
quiero cambiar pero necesito que me ayudes.
u
Sigue hablando con María sobre tus miedos.
Propósito: Un arreglo floral para María: entregarme.
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