La paz os dejo, mi paz
os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se
acobarde (Jn 14, 27).
Jesús, pero, ¿dónde
dices que has dejado tu paz? No la encuentro ¿Dónde la has metido? La paz
os dejo, mi paz os doy. No sé si te has dado cuenta, pero desde que te
has ido, la verdad es que aquí no hay mucha paz; todo son guerras, odios,
violencia, sufrimientos, pecado… ¿Dónde está tu paz? Me dices: No os la
doy como la da el mundo. Y San Pablo agrega: Que la paz de Cristo
reine en nuestros corazones. ¡Ahí está! ¡Claro! Si la paz
de Cristo reina en mi corazón, entonces yo seré un sembrador de tu paz y de tu
alegría. Que no se me olvidé que estoy llamado a sembrar paz.
u
Pregunta a Jesús si en tu casa y en el colegio eres sembrador de
paz.
Gloria a Dios en el
cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad (Lc 2,14).
Jesús, ¡cómo voy a dar
la paz, si mi corazón es un avispero! ¡Ay del que me moleste! No solo avispas
tengo por dentro, si no también culebras y sapos. ¿De dónde sacaré la paz? De
los sacramentos y de la oración, me dices. De la Confesión, pero también en la
Santa Misa. Son varios los momentos en los que nos deseamos y nos damos la paz:
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo danos la paz. Y
después, la paz del Señor esté siempre con ustedes; pueden
darse fraternalmente la paz. Y al despedirnos: pueden ir en paz.
u
Habla con Santa María, Reina de la Paz para sacar de tu corazón
las avispas, culebras y sapos.
Propósito: Sembrar paz.
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