jueves, 17 de mayo de 2012

¡Saltad, gritad, vitoread!


Pedid lo que queráis y se os concederá (Jn, 15, 7).
Hoy la Iglesia celebra a San Pascual Bailón. Es uno de mis santos predilectos. Sobre todo por lo de Bailón. O, ¿es que para ser santo hay que tener la cara triste y aburrida? A los que somos pachangeros nos gusta el bailoteo. ¿Y Jesús, bailaba…? Pues claro que sí: primero entre los brazos amorosos de su madre mientras le dormía; después, en la plaza con sus amigos. Hemos tocado la flauta y no habéis bailado… y por último, el día de Resurrección, lo más seguro que los apóstoles bailaban de la alegría, y me imagino a María abrazándote al mismo tiempo que reía y bailaba.
u  Y yo, cuando bailo, ¿le dejo sitio a Dios?
En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto y seáis discípulos míos (Jn 15, 8).
Aquella chica que sin comerlo ni beberlo, en una encerrona de sus malas amigas, se vio metida en una pista de baile entre los brazos de un chico pulpo. Como éste se arrimaba demasiado, le dice: —Oye, ¿tú crees en Dios? —Pues, sí, claro. —Pues vamos a dejarle sitio, ¿vale? Decía San Agustín que el que canta reza dos veces. ¿Y el que baila? Pues el que baila… ¡El que baila —afirmaba Juan Pablo II— reza tres veces! Pedid lo que queráis y se os concederá. Madre mía, hoy te pido, por la intercesión de San Pascual Bailón y de San Josemaría (hoy es el aniversario de su beatificación) que mi baile sea siempre ocasión de glorificar más a Dios.
u  Hay otro tipo de baile, el baile del apostolado, y ¿ese lo bailo?
Propósito: bailar al Niño Jesús.
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