Venid a mí todos los que
estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso (Mt 11,28-29).
Fue San Juan, el
discípulo amado, quien hizo el descubrimiento. En la Última Cena, al recostar
su cabeza sobre tu pecho escuchó los latidos que, al principio, sonaban algo
así como: Ta-tof, Ta-tof… Pero luego, más claramente oyó: Te amo, Te
perdono, Te quiero; le faltó tiempo para contárselo a los otros: —No os lo vais
a creer… Jesús, tus apóstoles fueron atraídos por los latidos de tu Sagrado
Corazón: Porque soy manso y humilde de corazón. Haz la
experiencia del discípulo amado y busca en los Evangelios el Corazón de Cristo
que se enternece con la viuda pobre, los niños que se le acercan, las multitudes
hambrientas…
u Pídele a Jesús que te dé
un corazón como el suyo.
Simón, hijo de Juan, ¿me
quieres? (Jn 21,15).
Jesús, tres veces le
haces la misma pregunta a San Pedro y tres veces Pedro te responde lo mismo:
Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te quiero. Jesús, buscas el
cariño de tus discípulos y necesitas que te lo repitan muchas veces. Es la
experiencia universal del amor, de un corazón que necesita sentirse querido.
u Termina mayo diciéndole
a Jesús que SÍ a lo que te pida. María te ayudará a tener valentía.
Propósito: auscultar el
corazón de Jesús.
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