domingo, 7 de julio de 2013

Melindroso

En la casa en que entréis decid primero: paz a esta casa. Y si allí hubiera algún hijo de paz, descansará sobre él vuestra paz; de lo contrario, retornará a vosotros (Lc 10, 5-6).
Jesús, quieres que cada uno de los apóstoles sea un hombre que transmite paz y alegría. Que sean sembradores de paz y alegría. La verdad, Jesús, es que a mi me gusta la pelea, causar pleitos y moles­tar a los demás. Pero me doy cuenta que esperas de mí que también sea un sembrador de paz y buen humor.
·         En mi casa, con mi familia, ¿soy fuente de paz o más bien de pleitos?
Permaneced en la misma casa comiendo y bebiendo de lo que tengan, pues el que trabaja es merecedor de su salario. No vayáis de casa en casa. Y en aquella ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os pongan (Lc 10, 7-8).
Jesús, este consejo que le das a los apóstoles de que se coman lo que les pongan, a mi me sirve mucho. He de reconocer que a veces comienzo los pleitos en la casa porque no me gusta lo que me sirven. Verdaderamente me pongo como loco de ira cuando mi mamá me pone pescado (la famosa tilapia, aunque esté frita). Por mil razones que me den de que tiene anti-oxidantes y no sé cuántas vitaminas no me lo quiero comer. Y comienza la guerra. Es más casi siempre los pleitos son a la hora de la comida. Jesús, ayúdame a no ser melindro­so ni caprichoso a la hora de comer.
·         Sigue contándole sobre tus melindres y caprichos.

Propósito: Comerme lo que me sirvan.