viernes, 5 de julio de 2013

Sin…, sin…, sin…

Cuando partía Jesús de allí, vio a un hombre sentado en el telonio, llamado Mateo, y le dijo: Sígueme. Él se levantó y le siguió (Mt 9, 9).
Sin dudar, sin chillar, sin alegar, sin quejarse, sin suspirar, sin mirar para atrás te siguió San Mateo. Jesús, yo en cambio chillo, protesto, alego, me quejo cuando algo me cuesta. ¡Quiero cambiar! Jesús, quiero darte frutos de santidad, el de hacerte caso sin andar dándole tantas vueltas a las cosas: que si me cuesta, que si es muy difícil, que si luego me voy arrepentir, que si voy a perseverar… Yo quiero seguirte como San Mateo.
·         Sigue por tu cuenta pidiéndole a Jesús seguirle y hacerle caso a la primera.
Pero él, al oírlo, dijo: No tienen necesidad de médico los sa­nos, sino los enfermos (Mt 9, 12).
A los santos les costaban las cosas como a nosotros pero te hacían caso sin andar chillando. Jesús, además mañana se recuerda a Santa maría Goretti, una muchacha que por no pecar y guardar la pureza la apuñalearon. Me recuerda esto lo que escribió San Josemaría: Por defender su pureza San Francisco de Asís se revolcó en la nieve, San Benito se arrojó a un zarzal, San Bernardo se zambulló en un estanque helado... –Tú, ¿qué has hecho? (Camino, n. 143).
·         No es exageración, es amar de verdad a Jesús lo que se cuenta en Camino. ¿Cómo cuidas la pureza?

Propósito: Cuidar la pureza.