Los demonios le rogaban diciendo: Si nos expulsas,
envíanos a la piara de cerdos. Les respondió: Id. Y ellos salieron y entraron
en los cerdos (Mt 8, 31-32).
Jesús,
me sorprende que cuando te enfrentas a los demonios no les dejas hablar o Tú
les hablas muy poco, como en este pasaje. Me parece que como Tú eres la Verdad
no te gusta nada la mentira, y el demonio es el padre de la mentira. Jesús, a
mi me cuesta eso de no andar diciendo mentiras. Cierto que no digo mentirotas
gordas y feas, pero si digo muchas mentiritas de esas que llaman blancas. Yo
quiero siempre poder hablar contigo y escucharte. ¡Que aprenda amar la verdad y
siempre hablar con verdad!
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Cuéntale a Jesús cuáles son esas mentiras “blancas” que
usualmente dices.
Ante esto toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y,
al verle, le rogaron que se alejara de su región (Mt 8, 34).
Aquellas
personas en vez de alegrarse de que habías expulsado a los demonios, te piden
que te vayas de ahí. Jesús, esos hombres eran unos miedosos, no querían amar la
verdad, no querían amarte a Ti, amaban más a sus cerdos. San Josemaría escribió
en Camino n. 33: Nunca quieres “agotar la verdad”. –Unas veces, por corrección.
Otras –las más–, por no darte un mal rato. Algunas, por no darlo. Y, siempre,
por cobardía. Así, con ese miedo a ahondar, jamás serás hombre de criterio.
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Vuelve a leer el punto de Camino y háblalo con Jesús.
Propósito:
Amar la verdad.