En aquel
tiempo exclamó Jesús diciendo: Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la
tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes, y las has
revelado a los pequeños (Mt 11, 25).
Los sabios y
prudentes en los negocios son aquellos que piden garantías, que les hagan una
demostración de cómo funciona un aparato, que les expliquen –con detalle todos
los beneficios que van a obtener, que lo lea su abogado antes de firmar el
contrato, etc. Jesús, yo contigo no quiero ser ni sabio ni prudente. Quiero
aprender a confiar, a ser un niño pequeño que se confía en Ti. Y si me dices
que salte, salto; que corra, corro; que me haga el muerto, me hago el muertito…
Pero eso último no lo vayas a grabar en un videíto, que luego se cuela a YouTube
y no van a parar de molestarme mis amigos.
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¿En qué cosas que me está pidiendo Jesús soy sabio y prudente?
Todo me ha
sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie
conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo (Mt 11,
27).
Quiero ir al
paso de Dios. Quiero ir al paso de Dios. Y ganarme, Jesús, tu confianza para
que me cuentes todas las cosas que Dios Padre te ha dicho. Quiero ser tu amigo
íntimo. Como diría mi prima (la muy fresa) tu secret friend, pero no tan
secret que no dé la cara por Ti.
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Pídele a Santa María que te ayude a concretar.
Propósito:
Confiar en Jesús.