Y se acercaron
sus discípulos y le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo (Mt
13, 36).
Vuelve a
salir este pasaje de la cizaña. Pues a mí, Jesús, me parece que lo he entendido
todo muy bien. Y nuevamente te pido que no sea yo un mala hierba si no
alguien que dé buenos frutos. Que donde quiera que me encuentre sepa influir en
el ambiente y acercarte muchas almas a Ti.
·
Considera por tu cuenta este punto de Camino: De que tú y yo nos
portemos como Dios quiere –no lo olvides– dependen muchas cosas grandes (n.
755).
El Hijo del
Hombre enviará a sus ángeles y apartarán de su Reino a todos los que causan
escándalo y obran la maldad, y los arrojarán en el horno del fuego. Allí será
el llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en
el Reino de su Padre (Mt 13, 41-43).
Pues más
claro no puedes, Jesús. El que hace el mal acaba hecho chicharrón, bocado exquisito
para los diablos. El que hace el bien acaba radiante de alegría y de gozo de
saber que ha vivido una vida que ha valido la pena. Pues yo no quiero ser
chicharrón ni nada que se le parezca, yo quiero ser un sol radiante de luz, un
hombre que por amor a Ti dé muchos frutos. Que en mi tumba pongan como epitafio
“vale la pena”.
·
Habla con Jesús y concreta qué frutos le vas a ofrecer.
Propósito: Comer sólo carne de res.