En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El
Reino de los Cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge
toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan,
y reúnen los buenos en cestos y a los malos los tiran. (Mt 13, 47-51).
¡Qué bueno eres, Jesús! No desprecias a nadie. Todos, buenos y malos,
son llamados a estar en tu barca. Pero aunque nos llamas a todos, no todos se
quedan. A los malos, los tiras, los dejas ir. Ayúdame, Jesús, a ser de los que
se quedan a tu lado. No dejes que el agua del mar, de mi vida desastrosa, me
deje chiquito y despreciable.
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Pregúntate: ¿Qué clase
de pez eres? ¿De los que se quedan o de los que se tiran?
Un letrado que entiende del Reino de los
Cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo
(Mt 13, 52).
¿Quién te entiende, me dijo mi mamá, querés unos lentes nuevos con
estilo antiguo? Es que así me voy a ver más “pro”, le contesté. Le dio risa que
quisiera verme “pro” con cosas “retro”. Pues lo mismo pasa con el Evangelio, me
dijo en otro momento, si lo vives, eres moderno, aunque haya sido escrito hace
muchos siglos. Jesús, no dejes que me quede “atrasado”, ayúdame a estar siempre
a la moda de tus enseñanzas.
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En este Año de la Fe:
¿estoy repasando el Compendio?
Propósito: Ser modernamente
anticuado.