martes, 6 de agosto de 2013

El interruptor de la luz de Dios

Al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: “¡Es un fantasma!” Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo ense­guida: “Tranquilícense y no teman; soy yo”(Mt 14, 26-27).
Los pobres apóstoles al verte en la oscuridad gritaron de miedo. ¿Será posible que tu presencia les haya dado miedo? Yo también he sentido miedo Jesús. Cuando estoy a oscuras, en mi egoísmo, en mi sensua­lidad, en mi pereza, ahí no quiero que me hablen de ti. Simplemente me cae mal. Y misteriosamente, me hago ateo, anticlerical, y más cosas que no caben en estas líneas. Gracias, Jesús, porque en esos momentos me hablas con cariño, me dices que no te tenga miedo, y que no vienes a arruinarme nada sino a hacerme feliz.
·        Medítalo despacio: Jesús quiere tu felicidad.
Le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!” Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”(Mt 14, 30-31).
Otro hubiera sido, le habría dicho a Pedro: porque dudaste ahora te ahogas. Jesús, no sólo lo sacas del agua, sino que además, le refuer­zas su fe. ¿Cómo hago, Jesús, para que mi confianza en ti se haga más fuerte? Eres el creador de cuanto existe, has muerto por mí en la Cruz, ¡resucitaste!, y aun así no me termino de creer que contigo, se está mejor. Mi abuela me dijo una vez: yo tengo fe, porque he rezado y visto milagros.
·        Prueba rezar pidiendo un milagro, te sorprenderás...

Propósito: No quedarme a oscuras.