Jesús dijo a sus discípulos: “He venido a
traer luego a la tierra ¡y cuánto desearía que estuviera ardiendo!”(Lc 12, 49).
Ese fuego, es el fuego de tu amor. Quisieras que el amor que le
tienes a tu Padre, y que tu Padre te tiene, estuvieran en los corazones de muchas
personas. Quieres hacernos arder. Necesitamos ese fuego. Pero nuestro corazón
está frío, helado. A veces se dice que el corazón se derrite de amor por alguien,
pero no es verdad. Es más de lo mismo: egoísmo. Pero ayer descubrí una cosa: el
microondas traía una opción para descongelar. Lo probé. Metí una carne que
estaba tiesísima de puro frío, y salió como carne fresca. Si eso hace un
aparado, ¡qué no eres capaz de hacer tú!
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Deja que Jesús te queme
el corazón en la oración y la Misa de hoy.
No he venido a traer la paz, sino la
división (Lc 12, 51).
Ayer, vino a jugar con nosotros un niño de los que se juntan en el
parque de arriba. Lo conozco porque lo veo los domingos en Misa. Le preguntamos
por qué no se había juntado con sus amigos de arriba. Dijo que ya no le
hablaban. Resulta que esos niños, hacían muchos chistes de doble sentido, y les
dijo que eso no estaba bien. No todos lo tomaron bien, incluso uno lo amenazó.
Así que por eso ya no se junta con ellos. La escena era absurda: había perdido
sus amigos de arriba, pero estaba contento de haberse mantenido fiel a sus
principios. Los del parque de abajo tenemos ahora un nuevo jugador.
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¿Soy valiente y doy la
cara por Dios?
Propósito: usar el microondas
de la oración.