miércoles, 7 de agosto de 2013

Ser gastón, pero de oraciones

Los discípulos se acercaron y le rogaban: “Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”(Mt 15, 23).
Tengo una hermanita pequeña. Hace unos días quería que le com­praran lo que yo denomino “un caprichito”. De camino al colegio “quiero, quiero…”, de regreso “quiero, quiero…”, así todo el día pidien­do que le compraran el capricho. Me tenía desesperado. Estaba a punto de sacrificar mis ahorros y comprárselo yo con tal de que se callara. Hasta que mi mamá, que es una santa, no pudo más. En un semáforo, se volteó (mi hermana iba atrás), y le dijo: ojala hagas lo mismo cuando pidas algo a Dios. Creo que mi hermanita no en­tendió, pero da igual porque se calló. Yo si entendí. Jesús, ahora ya entendí que significa insistir en la oración.
·        ¿No crees que podrías rezar más todos los días?
“Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas” (Mt 15, 28).
Un amigo me decía “Para qué le voy a pedir cosas a Dios, si mis pa­pás me las dan a la primera”. Pero un día, el negocio de sus papás ya no iba bien. Estaban tensos. Se peleaban a cada rato. Mi amigo comenzó a pedir paz, armonía, tranquilidad a Dios para toda su fa­milia. De pronto, lo material pasó a un 2do lugar. Ahora quería cosas espirituales, de esas que no se compran con VISA ni MasterCard.
·        ¿Qué tipo de cosas pides a Dios? ¿No podrías comenzar a pedir cosas importantes?

Propósito: topar la tarjeta VISA de la oración. Esa compra de todo.