sábado, 3 de agosto de 2013

El guapo

El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró dar­le lo que pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: “Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”(Mt 14, 6-8).
¡Qué mujer más…! Será posible que tanto la haya cegado su vani­dad. “Es que bailo tan bien”, habrá dicho mientras se veía la punta de las uñas. Creo que ni cuenta se dio de lo que estaba pidiendo: la cabeza de alguien. Sólo pensarlo ya me estoy mareando. Jesús, qué terrible es el amor propio y que grandes errores puede uno llegar a cometer.
·        Dile a Jesús que te haga humilde.
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y man­dó degollar a Juan en la cárcel. (Mt 13, 9-10).
Herodes, no aguantó la presión del grupo. Decía que era amigo de Juan, y lo mandó decapitar. Prefirió quedar bien y perder un verda­dero amigo. Hasta dónde llega uno por vanidad. A mí, ábreme bien los ojos, Jesús, para no engañarme y creerme la “gran babosada”. Te pido como el cieguito del evangelio “¡qué vea!”, que vea quién soy, para nunca hacer traición, ni ceder a la presión de grupo.
·        Ser original. Ser tú mismo. Ser hijo de Dios.

Propósito: Ni tan guapo que me vuelva tonto, ni tan tonto que me crea guapo.