domingo, 29 de mayo de 2016

Corpus Christi. ¡Viva Jesús Sacramentado!

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno como de este pan, vivirá eternamente (Jn 6,51).
Fue en una excursión al monte. Al comienzo de la ascensión los árboles nos escoltaban con sus sombras. Al dejarlos atrás, conforme subíamos, se nos abría un paisaje cada vez más espléndido. Uno de los chicos, que no dejaba de mirar el celular, gritó horrorizado: —¡Nos hemos per­dido! ¡No tengo cobertura!... Era lo peor que nos podía pasar, el mundo estaba incomunicado… Efectivamente no había ninguna antena cerca. No sé por qué, pero pensé cual sería el Sagrario más próximo. Jesús, hoy, en la Fiesta del Corpus Christi, ¡que nunca pierda cobertura!
¿Tengo localizados los Sagrarios más próximos? ¿Busco buenas coberturas?
Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna (Jn 6,54).
Otra excursión al monte. Coronamos la cima a la hora de comer. Mientras dábamos buena cuenta de los bocadillos se podían distinguir muchos pueblos agrupados en torno a su Iglesia. —¿Por qué no hace­mos la Visita? Dijo uno. —Como no sea a las vacas, soltó el graciosillo de turno. Y a muchos kilómetros de distancia, y a muchos metros de altura, cada uno eligió su Sagrario: ¡Viva Jesús Sacramentado! ¡Viva y de todos sea amado!... A Jesús le encantó.
Einstein se equivocó: la oración viaja más rápido que la velocidad de la luz.

Propósito: no perder cobertura.