domingo, 15 de mayo de 2016

Pentecostés. Ven Espíritu Santo, llena mi corazón

Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y con María, la madre de Jesús (Hch 1,14).
Para que venga el Espíritu Santo es necesaria la oración, junto a María: “Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz. Ven, padre de los pobres, ven, dador de gracias, ven luz de los corazones. Consolador magnífico”. La Virgen quiere que termines su mes acudiendo al Espíritu Santo: dulce huésped del alma, dulce refrigerio. Descanso en la fatiga, brisa en el estío, consuelo en el llanto ¡Oh luz santísima! llena lo más ínti­mo de los corazones de tus fieles.
De la mano de María, conoce al “Gran Desconocido”, al Espíritu Santo.
Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se re­partían posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo (Hch 2, 2-3).
María que tenga calor, el calor del fuego del Espíritu Santo que arda en nuestros corazones: “Lava lo que está manchado, riega lo que está árido, sana lo que está herido. Dobla lo que está rígido, calienta lo que está frío, endereza lo que está extraviado. Concede a tus fieles, que en Ti confían tus siete sagrados dones. Dales el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales la felicidad eterna”.
Termina agradeciendo tantos dones, regalos y “la calor”.

Propósito: agradecer