En aquel tiempo, algunos ponderaban la
belleza del Templo, por la calidad de la piedra y los exvotos (Lc 21, 5).
Jesús, hace unos años tu amigo el Papa emérito Benedicto XVI
consagró en Barcelona el templo de la Sagrada Familia, que es una auténtica
maravilla. Gaudí, el arquitecto, otro amigo tuyo, decía que: la Belleza
es el resplandor de la Verdad. Jesús, cuando salgo por la calle aprecio
mucha Belleza en las personas que me encuentro. También ellas, aunque
no lo sepan, aunque no lo valoren, son Templos del Espíritu Santo que habita en
sus almas. Son imágenes de Dios y su belleza manifiesta el resplandor de tu
Verdad. Los discípulos ponderaban la belleza del Templo, por la calidad
de la piedra. Jesús, como ni yo ni las personas que trato somos de
piedra, ayúdame a respetar todos tus templos.
¿Cómo
es mi mirada? ¿Quita dignidad? ¿Respeta a los demás?
Cuidado con que nadie os engañe (Lc 21,
8).
—¡Pero si,… ahora sí que se puede…! ¡Antes no se podía pero ahora
sí!... Que sí, que se lo dijo una vez un cura a una amiga mía... Porque
vendrán muchos en mi nombre (Lc 21, 8). —¡Es que no quiero ser el raro del
grupo...! Si todo el mundo lo hace, además lo nuestro va en serio… nos
queremos. Que nadie os engañe. Jesús, que no
me engañe a mí mismo, que es de tontos.
Dile
a Jesús: a veces puedo parecer malo, pero nunca tonto.
Propósito: no dejarme engañar.